Existe una máxima en las elecciones previas a la presidencial, que será el 2025. Los resultados de las elecciones previas, es decir las de gobernaciones y municipales, determinan quién será vencedor al año siguiente. En pocas palabras, desde el año 1992, cuando se retomó la elección municipal, siempre el ganador ha triunfado la presidencial doce meses después.
Es cierto que esta vez tendremos la votación obligatoria de 15 millones de chilenas y chilenos, lo que no había sucedido antes y también será así el 2025.
Más allá de las encuestas y sus favoritos, lo que está meridianamente claro es que el gobierno cuenta con un 38% de apoyo, como base, el mismo porcentaje obtenido en el plebiscito de salida, cuando debutó el voto obligatorio y ganó el rechazo. Por qué decimos que es el voto duro, bueno, en el plebiscito siguiente ganó el «rechazo» (En Contra) otra vez con un 55%, pero entonces, en diciembre pasado, las fuerzas de la derecha volvieron a su histórico 44%, el de Pinochet en el plebiscito de 1988.
En las elecciones de octubre se juega una señal potente de lo que el pueblo espera de sus políticos: Los perdedores, seguramente, dirán la noche de 27 de octubre que escucharon el mensaje, pero no cambiará nada con el actual Congreso.
La derecha tiene mayoría en el Senado y eso basta para bloquear cualquier reforma de pensiones, de la salud o del CAE, No hay posibilidad alguna de sacar adelante una reforma tributaria. En estas materias, hasta marzo de 2026, el día once cuando asuma el nuevo Congreso, no sabremos si el próximo presidente (si gana el gobierno), tendrá los votos. Si en diciembre del próximo año gana la derecha, pues no habrá reformas, al menos por la vía institucional. La otra vía, la de la fuerza, la de un estallido 2.0 ya sabemos a qué nos condujo, y en este caso la derecha económica tendrá que sopesar sus apoyos.
Chile tiene hoy una fuerza laboral de 8 millones de personas, de las cuales la mitad gana 570 mil pesos mensuales, algo más de el sueldo mínimo. Esto hace insostenible en modelo que es lo más parecido a la esclavitud, donde la usura se ha instalado entre las barriadas y cada día aparecen muertos, descuartizados, mucha gente que se suicida por no poder pagar a la mafia, que actúa con sicarios porque no les devuelven a tiempo ni en forma los préstamos que piden de modo informal para vivir.
En las elecciones de octubre está en juego dar una señal de que la derecha política no puede seguir gobernando los territorios, pues el 80% de los alcaldes, concejales y ex autoridades municipales imputadas de delitos son de derecha. Veremos si se repite la máxima hasta ahora, que quien gana las municipales, las territoriales, ganará la presidencia de la República al año siguiente.