El arzobispo de Santiago, Fernando Chomalí, exhortó a lograr un acuerdo nacional «donde todos nos escuchemos y dialoguemos» y pidió la seguridad no sea «una moneda de cambio para ser negociada por una ley u otra concesión».
En su homilía en el Te Deum de los actos por los 214 años de la Primera Junta de Gobierno que abrió el proceso de Independencia de Chile, el jefe de la iglesia católica de Santiago puso énfasis en el tema de la seguridad: «Nadie se siente seguro, nadie puede garantizar que no le harán un portonazo, un turbazo, una encerrona o que no lo asaltarán. Chile no se acostumbra y no se acostumbrará a los descuartizados, a los asesinatos a plena luz del día, a la muerte de jóvenes y niños. Chile no está acostumbrado a eso, no quiere eso. Las plazas, los barrios, los centros médicos, las escuelas, lugares celosamente cuidados por los vecinos, hoy son lugares donde la violencia acampa con fuerza. No podemos permitir que las personas estén enrejadas en sus propias casas, que no puedan salir a la calle en la tarde a pasear. No puede ser que la extorsión se haya instalado en Chile. Si no hay una acción en conjunto de la sociedad, el país corre el riesgo de convertirse en rehén del crimen organizado. Pronto ya será tarde, comenzará la ley del más fuerte y el Estado será un mero espectador».
En referencia a esta apreciación, sostuvo que «mientras más divididos estemos, más espacio le daremos al crimen organizado».
Su reflexión sobre la corrupción y el Caso Hermosilla
Chomalí, sin hablar del Caso Hermosilla, se refirió a la corrupción: «Ha sido doloroso también en esta línea para los chilenos ver cómo la corrupción se ha ido enseñoreando de lugares que por su naturaleza debiesen ser intachables. El pueblo de Chile está escandalizado al ver tanta avaricia y ansias de poder que no trepidan en sobornar, en valerse el cohecho para lograr sus objetivos y en el tráfico de influencia». Afirmó que «duele que personas con poder en vez de servir a Chile se han servido de Chile y claramente han perjudicado a los más pobres».
«Por ello, invito y exhorto a que se piense en la posibilidad de un gran acuerdo nacional donde todos quienes tenemos responsabilidades en el país, públicas y privadas, nos escuchemos y dialoguemos. La seguridad no es un tema meramente político, sino que es un tema ético, anterior a cualquier otro asunto. No puede ser una moneda de cambio para ser negociada por una ley u otra concesión», enfatizó.
El arzobispo sostuvo que «no hay desarrollo posible en una auténtica democracia en un país violento y con gérmenes de corrupción. Necesitamos de una gran sinfonía donde estén presentes la unidad, el diálogo social, la reflexión serena, la mirada amplia».