Un líder sin Estado Mayor y la salida de Lucia Dammert

ANÁLISIS

El desmañado primer cambio de gabinete y la seguidilla de nombres que se suceden, tanto en subsecretarias importantes como en el entorno más estrecho de asesores presidenciales, evidencian el síndrome de un Líder sin Estado Mayor. El concepto, acuñado por Carlos Matus, ex ministro de Salvador Allende y experimentado gestor de políticas de gobernabilidad, resume perfectamente lo que ocurre hoy con el Gobierno de Gabriel Boric.

Matus concibe el gabinete de un Presidente no por la simple formalidad de los cargos ministeriales, sino por articulación de ellos en un núcleo central del proceso de gobierno. Esto es lo que define la calidad de la gestión pública en curso, y ahí debe haber eficiencia técnica, confianza y coherencia política. Lo que implica una cercanía estrecha con el Mandatario.

Un análisis crudo de las estructuras y métodos de trabajo que se aplican en ese núcleo, evidencia las debilidades del gobierno, que provienen generalmente de improvisar y no aplicar métodos de gestión. Mayormente operan con prácticas intuitivas y tradicionales basadas en amigos. Ello hace de la oficina presidencial una estructura débil, llena de aspirantes a otro cargo, o a la influencia en la oreja presidencial, lo que contrasta con la concentración de poderes presidenciales y la marcha real del gobierno basada en ministerios. El Estado Mayor debe ser un núcleo central ejecutivo ¿Cuál es el núcleo o Estado Mayor de este gobierno?

La renuncia de Lucía Dammert al cargo de Jefa de Asesores del Segundo Piso y el traslado de Miguel Crispi desde la Subdere al mismo, es parte de un acomodo sin mucha trascendencia. Dammert nunca tuvo un peso real en la marcha o coordinación del Gobierno. Crispi por su parte,  pertenece al corazón del Frente Amplio y es uno de sus mejores cuadros políticos, los que no abundan. Se queda con la oreja del Presidente, algo que seguramente ya tenía, pero ahora sin la eficiencia operativa real de un Ministerio o una Subsecretaría, como la Subdere.

Así, los efectos colaterales de una falta de diseño son ya evidentes. El Presidente, quedó con el nudo de su Gobierno en manos del llamado socialismo democrático, principalmente el Partido Socialista. Ello dejó momentáneamente tranquila a la oposición, y satisfechos a quienes ganaron posiciones en el gobierno. Pero disolvió la presencia política del FA en el circulo presidencial Ejecutivo, responsable del manejo práctico del gobierno.

Lo de Dammert y Crispi, es solo una réplica de un temblor que ya ocurrió, donde se queda el más íntimo. Ambos son inteligentes, pero eso en política paga menos que la amistad. El drama de los segundos pisos es que son solo oreja y no cargos ejecutivos reales. No resuelven nada, son mensajeros de problemas y, como dicen los mexicanos, viven en el error porque están fuera del Presupuesto Fiscal. Generalmente se pagan con gastos reservados, pero formalmente el organigrama del Estado, no los contemplan. ¿Se entiende?