Se insiste que la Nueva Constitución será la casa de todos. El problema es que el ordenamiento político y administrativo del terreno donde esta se debe construir, tiene contorno pero “no tiene plan regulador” y queda fraccionado.
Los ocupantes de la futura casa tienen diferentes derechos sobre ese terreno, y buscaran ejercerlos a fondo, usando esa especie de corporativismo comunitario que trae la Nueva Constitución.
Territorios autónomos, otros especiales, comunas autónomas, pueblos preexistentes, libertad de autodeterminación, asambleas regionales, y un enorme etcétera.
Si en esta materia lo que la nueva constitución le propone al país un contrato de comodato precario, que se transformará en una casa de todos luego de un gran esfuerzo legislativo, la cosa está inmadura.
La precariedad de futuro es lo que más afectaría el Apruebo de una Nueva Constitución, para un país que requiere cambios y tiene una nueva legitimidad basada en el pueblo. Pero por favor, no confundir cambio con incertidumbre y dejar todo al empate pantanoso del Congreso Nacional Actual.
El bien público más escaso en Chile es la confianza. Y frases hechas como la casa de todos no ayuda a crearla. Y el pueblo con más personas, el mestizo, un 85% de la población del territorio, parece no tener derechos.
El ejemplo está en el ecocidio de Ventanas, Puchuncaví y Quintero El terreno, Chile, es también un sujeto constitucional y no debe ser fraccionado. Punto crítico entonces para las fonolas y tablitas de la casa de todos, en materia territorial.