La capilla Sixtina del oficialismo

Comentario

Así dice el refrán popular. “En política como en la Capilla Sixtina: los fieles abajo y los frescos arriba”. Esa es la foto polaroid del actual oficialismo, donde el llamado socialismo democrático gobierna, pero no desea tener ningún costo político asociado a su posición en el Gobierno y aspira a competir en lista separada de Apruebo Dignidad para el nuevo proceso constituyente.

La peor versión de ello ha sido la interpretación de Guido Girardi, quien denominó “lista del indulto” a la que se generaría entre su sector y Apruebo Dignidad.

El ex senador Girardi debiera recordar por experiencia propia que levantar pesas a cierta edad es peligroso para la salud, y más aún hacerlo consumiendo esteroides políticos. La adhesión a un gobierno debiera mostrar algo de sinceridad y transparencia, no solo cálculo de matemáticas simples.

En estricto rigor entre el PPD y el PS controlan el corazón político del Gobierno, pese a que perdieron la elección presidencial. Ministerio de Hacienda, Ministerio del Interior, Ministerio de Defensa, Ministerio Secretaría General de la Presidencia, Cancillería,  algunas suculentas Subsecretarías, Enami, para qué seguir?

Pero en la versión de Girardi, la presencia del autollamado socialismo democrático en el Gobierno es “para ayudarlo y estabilizarlo”. Lo que equivale a decir, sin nosotros no hay estabilidad y el gobierno se puede caer.

A más de alguien le pueden sonar ominosos, despreciativos o derechamente sediciosos los dichos de Girardi. Es posible que en una mirada puramente instrumental, como la del ex senador PPD, y lejos de cualquier consideración ética, la participación gubernamental del socialismo democrático sea un buen negocio económico, pero uno muy malo desde el punto de vista electoral.

Sin embargo, ello entraña un enorme perjuicio para la política misma, pues la despoja de su voluntad de servicio público y de sus valores programáticos, para hacer de ella un mero cálculo contable donde la unidad de cuentas son los ciudadanos, instrumentalizados como simples marionetas, sin racionalidad, comprensión o voluntad. Todo con un precario concepto de mayoría y fuerza política, y fuera de cualquier convicción de hegemonía.

El ex senador Girardi debiera recordar por experiencia propia que levantar pesas a cierta edad es peligroso para la salud, y más aún hacerlo consumiendo esteroides políticos. La adhesión a un gobierno debiera mostrar algo de sinceridad y transparencia, no solo cálculo de matemáticas simples.