- La ministra vocera acusó el desgaste de la seguidilla de desprolijidades del Gobierno y dejó al Presidente Gabriel Boric en una incómoda posición en medio de los cuestionamienos que enfrenta el Ejecutivo por las «desprolijidades» en materia de indultos que significaron la salida de la ministra de Justicia y del jefe de gabiete del mandatario.
Si hay algo que la ministra secretaria general de Gobierno, Camila Vallejo, había sabido hacer muy bien hasta ahora, era poner paños fríos a las crisis y ejercer su rol de vocera con templanza y el lenguaje correcto para ajustar episodios diversos a un diseño y relato propio de la actual administración.
Ella fue, de hecho, un verdadero muro de contención frente a los constantes tropiezos de la ex ministra del Interior, Izkia Siches y también para enfrentar momentos tan complejos como le triunfo del Rechazo en el plebiscito de septiembre de 2022. De hecho las encuestas la situaron por meses como una de las ministras mejor evaluadas y se comentaba que era uno de los grandes aciertos de Gabriel Boric a la hora de conformar su equipo de ministros. Y seguramente lo sigue siendo.
Pero como dice una canción de Fito Páez que hizo popular la también argentina Fabiana Cantilo, «Nada es para siempre». Hay también un dicho antiguo que reza: «Tanto va el cántaro al agua, que se rompe». Todo esto aplica en las últimas horas a Camila Vallejo, quien durante la jornada de este lunes acusó el desgaste de la seguidilla de yerros que se dedicó a fabricar La Moneda con la llegada del año nuevo, con el anuncio de los «indultos particulares» que concedió el Presidente de la República y que se vieron empañados por nombres que no debían estar, por beneficios que no se debían conceder y por juicios que innecesariamente emitió el jefe de Estado que lo enfrentaron con el Poder Judicial.
Fue un enredo tras otro que terminó con la salida de la ministra de Juticia, Marcela Ríos, y del jefe de gabinete de la Presidencia, a quienes se les hizo pagar la responsabilidad política por las «desprolijidades» -dijo Boric el fin de semana- en el proceso para conceder los indultos, como por ejemplo el que benefició a Luis Castillo, condenado por delitos durante el estallido social que presentaba un prontuario anterior que incluía robos con fuerza. Todo un un festín para la oposición, que sin esforzarse demasiado sólo le bastó contrastar los hechos con las declaraciones del propio jefe de Estado en las que había asegurado que estos indultos eran una «deuda» que tenía el deber de saldar, y que en ningún caso se otorgarían a delincuentes. Una consecuencia inmediata fue el naufragio del «Acuerdo de Seguridad» que venía trabajando el Ministerio del Interior, en momentos, además, que todas las encuestas alertan que la delincuencia es el principal problema a nivel nacional.
Camila Vallejo salió entonces, como muchas otras veces, a darle coherencia a lo inexplicable. Y este lunes en su tono tranquilo y pausado, trató de cerrar definitivamente la página de toda esta trama incómoda.
Dijo primero que, originalmente, debían excluirse de los indultos las personas que tuvieran antecedentes complejos previos al estallido social y apuntó a que a eso se refería Boric con las «desprolijidades». Explicó que la responsabilidad de hacer los filtros era primero del Ministerio de Justicia y luego de la «jefatura de gabinete» (que estaba a cargo del renunciado Matías Meza-Lopehandía). En ambas instancias la solución fue hacer saltar los fusibles.
Pero luego Camila Vallejo afirmó: «Si el Presidente hubiera tenido todos los elementos a la vista la situación hubiese sido distinta».
Es decir, fueron sólo 13 nombres -dos que supuestamente se incluyeron por error- a quienes Gabriel Boric decidió indultar sin tener todos los «antecedentes a la vista». Indultos concedidos por el Presidente de la República cuyos detalles, sin embargo, no conoció el propio Presidente de la República y que además, se resolvieron en decretos que él ordenó fuera firmado por la ministra de Justicia.
Cabe preguntarse, a la luz de los dichos de la vocera, sobre quién realmente recae toda la responsabilidad política de este actuar desprolijo. Por supuesto que Camila Vallejo, la flamante vocera y militante del PC, lejos de firmar el epílogo de esta historia, terminó abriendo un nuevo flanco bastante complejo.