Un maisvo ataque de misiles rusos sufrió este domingo la ciudad de Kiev, los que destruyeron varios edificios y dejaron al menos un civil muerto y cuatro lesionados, de acuerdo a los reportes de distintas agencias de prensa.
El ataque a la capital ucraniana fue interpretado como una estrategia del Kremlin para intimidar a la cumbre próxima de la OTAN que se celebrará la semana entrante en Madrid.
«La cumbre del G7 debe responder con más sanciones contra Rusia y más armamento pesado para Ucrania», escribió en Twitter el canciller ucraniano, Dmytro Kouleba, y llamó a «derrotar al imperialismo enfermo».
Desde el G7, en Elmau, Alemania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, reacción de inmediato y calificó el bombardeo ruso de Kiev como «un acto de barbarie».
El ataque se llevó a cabo con misiles de alta precisión desde la región del Mar Caspio, indicó el portavoz de la Fuerza
Aérea de Ucrania, Yuriy Ignat, citado por UNIAN.
Se trata de los «X-101» que «puede volar a una distancia de 5.500 kilómetros» y es el misil más preciso y caro en posesión de la Federación Rusa. El portavoz señaló que fueron lanzados por bombarderos estratégicos TU-95 y TU-160 que despegaron de Astracán, sobre el Mar Caspio.
«Ese misil tiene tanto alcance que los bombarderos no necesariamente tienen que ingresar a nuestro espacio aéreo. Solo necesitan despegar, tomar una trayectoria de fuego y lanzar los misiles. Nuestras unidades de defensa antiaérea han reaccionado y algunos misiles han sido derribados, se ha confirmado que un misil ha sido destruido, la búsqueda de fragmentos del otro continúa», indicó Ignat, en declaraciones recogidas por la agencia ANSA.
Al menos 14 misiles rusos se dispararon contra Kiev al amanecer, afirmó el parlamentario ucraniano Oleksiy Goncharenko según lo informado por Nexta TV. Pero otras fuentes indicaron que «llovieron como 50 cohetes».
Un «espectáculo de misiles» para demostrar que Rusia puede ganar la guerra, así describió el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, la seguidilla de ataques con cohetes que viene realizando Moscú.
Zelensky afirmó que los misiles «fueron todos lanzados con un objetivo: demostrar que Rusia puede hacer algo, que el ejército ruso tendrá éxito». Pero tal bombardeo, agregó, «no cambia nada» porque «ningún misil ruso, ningún ataque puede quebrantar el espíritu de los ucranianos».
«Los ocupantes deberían haber conquistado la mayor parte de nuestro país en el quinto día, y en el quinto mes se ven obligados a realizar un espectáculo de misiles de este tipo, que estratégicamente no cambia nada para Rusia», enfatizó Zelensky en su discurso vespertino.
También dijo que las fuerzas armadas de su país recuperarán todas las ciudades ocupadas por las fuerzas rusas o parte de los territorios de las autoproclamadas repúblicas separatistas de Donbass, incluida Severodonetsk, de donde se retiraron las tropas de Kiev en las últimas horas.
«Todas nuestras ciudades, Severodonetsk, Donetsk, Lugansk, las recuperaremos todas», prometió.
Sin embargo, el presidente ucraniano admitió que «a estas alturas» la guerra se ha vuelto «difícil desde el punto de vista espiritual y emocional» y que no es posible predecir «cuánto durará, cuántos golpes, pérdidas y esfuerzos habrá, antes de que podamos ver la victoria en el horizonte».
En ese contexto, Zelensky ha vuelto a pedir a los países occidentales que suministren más armas, en particular sistemas de defensa aérea.