En su columna «Crónica de un desastre anunciado» publicada en El Mercurio en octubre de 2024, el empresario Manuel Cruzat Infante advierte la brecha que separa la justicia de la tecnología: “El estancamiento de la modernización institucional es una bomba de tiempo que afecta no solo la credibilidad, sino también la funcionalidad de los sistemas fundamentales de un país”.
El fracaso de la licitación convocada por la Corporación Administrativa del Poder Judicial (CAPJ), declarada desierta el 13 de noviembre de 2024, expone con claridad este estancamiento.
Diseñada para auditar y supervisar el sistema automatizado de distribución de demandas civiles, la licitación se basó en tecnologías obsoletas como Oracle 11g y careció de estándares modernos de ciberseguridad, como la certificación ISO 27001.
Así, la justicia chilena atravesaría una crisis estructural que pone en peligro su capacidad para garantizar los principios fundamentales de transparencia, celeridad y equidad.
Un ejemplo patente de este deterioro es la falta de trazabilidad en la distribución de causas, lo que ha generado sospechas de manipulaciones conocidas como «forum shopping», donde se buscan tribunales asequibles por una parte y así conseguir fallos favorables.
Herramientas como blockchain podrían ser la solución. Su capacidad para generar registros inmutables y transparentes puede garantizar la trazabilidad de procesos críticos, desde la asignación de causas hasta la protección de evidencias.
A ello se suma el potencial de la inteligencia artificial para optimizar la carga laboral, agilizar los tiempos procesales y mejorar la eficiencia global de la justicia, lo que fortalecería la credibilidad del sistema.
Si la justicia chilena sigue ignorand soluciones tecnológicas disponibles y continúa resistiéndose a auditorías independientes y a las reformas estructurales necesarias, el sistema no solo corre el riesgo de colapsar bajo el peso de su ineficiencia, sino también de perder completamente la confianza de la ciudadanía.
Frente a este panorama, la modernización tecnológica ya no es una opción, sino una necesidad urgente. El problema no es aislado, sino sistémico.