Por Miguel Ángel San Martín, desde Madrid
El más sublime gesto de solidaridad es dar vida. Aportar órganos o tejidos para permitir a otros mejorar su calidad de vida o, simplemente, continuar viviendo. Ese es un gesto de humanidad, de generosidad y de la solidaridad verdadera. Sin embargo, aún falta mucho para conseguir que las donaciones sean actos comunes, habituales en nuestro comportamiento como seres humanos. Necesitamos ser educados en esto para tomar conciencia sobre los problemas vitales que enfrentan muchos y las posibilidades que tenemos de ejercer la solidaridad mayor.
España es el país que lidera a nivel mundial las donaciones y los trasplantes de órganos. Y no sólo es de ahora, sino que desde hace 32 años lo viene haciendo y ocupando el primer lugar de la acción magnífica de donar vida. Las cifras son más que elocuentes: en el 2023 se realizaron 5.861 trasplantes y la tasa de donantes fallecidos alcanza al 48,9 por cada millón de habitantes, lo cual es más del doble que la media europea. La gente deja establecido en vida y por escrito, su deseo póstumo de donar sus órganos a la solidaridad humana, al interés de alargar la vida gracias a la evolución de la ciencia.
La tasa de trasplantes en España es de 122,1 por millón de habitantes, según datos oficiales. Esta cifra récord se ha conseguido gracias a las 2.346 personas que donaron sus órganos tras fallecer, a las 433 que cedieron un riñón o a las dos que hicieron lo propio con parte de su riñón. Desde que existen registros, en este país se han alcanzado los 140.000 trasplantes.
Estados Unidos es uno de los países que más se acerca, con 44,5 trasplantes por millón de habitantes, mientras que Francia con 25,8, Italia con 25 o Alemania con 10,4 se quedan lejos de las cifras de los españoles. La media de la Unión Europea es de 20,9 trasplantes por millón de habitantes, según datos del Observatorio Global de Donación y Trasplante, que trabaja en conjunto con la Organización Mundial de la Salud.
Para detallar más la situación de los trasplantes en España, hay que señalar que el crecimiento en 2023 fue generalizado en todos los tipos de trasplantes. Se realizaron 3.688 renales, lo que supone un aumento del 8% respecto al año anterior; 1.262 hepáticos, con un incremento del 9%; 479 pulmonares, que subieron un 15%, 325 cardíacos, 100 de páncreas y 7 intestinales. La mayor cantidad de donantes muertos provienen de fallecidos por accidentes cerebro vasculares y en menor medida -4%- en accidentes del tránsito.
En América Latina las estadísticas son bastante pobres. En el 2020, por efecto de la pandemia, muchos países latinoamericanos sufrieron una baja significativa en las donaciones. Entre los países que mejor han resistido el envite del virus destaca Uruguay, con 18 donantes por millón de personas; le siguen Brasil con 14,2 , Chile, con 10,4 y Argentina 9,8 donantes por millón de habitantes.
En Chile, la ley considera como donante a toda persona mayor de 18 años. Esta situación obliga a que las familias debatan el tema de la donación y establezcan que cada uno de los que desean donar sus órganos a la hora de morir, lo hagan expresamente y por escrito.
Hace cuatro años, en la Revista Médica Chilena, cuatro especialistas en la materia criticaron duramente la falta de formación de los habitantes de nuestro país en lo referente a trasplantes. Incluso señalaron que nos encontramos con una deficiente legislación al respecto. Que necesitamos una adecuada y permanente campaña comunicacional para hacer conciencia de que la donación de órganos y tejidos en necesaria para prolongar la vida de mucha gente.
En definitiva, donar órganos es dar vida. Por lo tanto, se convierte en una acción sublime, en solidaridad humana superior.