Lecciones de las elecciones europeas

Por Miguel Ángel san Martín, desde Madrid

El que no quiere aprender, se cae irremediablemente. Esa es la primera lección emanada de las recientes elecciones europeas, en la cual irrumpió con fuerza la ultraderecha. Eso ya es difícil de explicar, porque hay varios sectores dentro de este extremismo que tienen un discurso contrario a la Unión Europea. Aunque suene a contrasentido,  es la pura verdad.

También es verdad que la ultraderecha ha crecido notablemente, pero no deciden, porque los partidos tradicionales, -los democratacristianos, los socialdemócratas y los liberales- mantienen la mayoría absoluta en el Parlamento Europeo.

Igualmente es verdad que el ascenso de la ultraderecha ha provocado un verdadero sismo en la política europea, pero eso ha sido más bien en algunos países, como Francia, Italia, Austria, Hungría y Bélgica. Pero no va a paralizar la actividad que viene desarrollando la Unión en torno al Crecimiento con Progreso Social y  el Estado del Bienestar.

El eje franco-alemán, de reconocido peso en la organización europea, se ha visto muy afectado. En Francia, el Presidente Emmanuel Macron disolvió el Congreso y convocó a elecciones para el 30 del presente mes de junio. No significa que él deje la Presidencia, porque ese es un cargo que se elige en otro proceso electoral.  Pero los Ultras de Marine Le Pen jugarán un papel importante, si entran en coalición con los grupos de la derecha tradicional.

En Alemania, si la ultraderecha entra o condiciona al Gobierno, se podría paralizar los avances en materia de integración europea.  Y si el proyecto avanza en forma más nacionalista y menos integrador, liquidaría iniciativas muy importantes, como el Pacto Verde, o desarmaría todas las políticas destinadas a enfrentar la migración con derechos humanos.

En España, los resultados no fueron tan malos, aunque la derecha tradicional se auto califique de vencedora. Las cifras han sido muy semejantes a lo que se dio hace un año en las elecciones generales  y los socialistas del Presidente del Gobierno Pedro Sánchez han resistido al ataque verbal desplegado por la oposición.

Donde sí ha habido consecuencias, ha sido en el conglomerado de la izquierda alternativa española. Yolanda Díaz, la líder del Partido Sumar, que reúne a varios partidos pequeños, renunció al cargo de Coordinadora de la citada agrupación. Y lo hizo asumiendo los malos resultados electorales. Esto ha provocado un revuelo en ese sector, pero no ha afectado a la coalición de Gobierno que lidera Sánchez.

En definitiva, las elecciones europeas han significado un crecimiento de la ultraderecha, pero también una reafirmación de las coaliciones de partidos tradicionales europeístas.

¿Por qué ocurrió todo esto? Lo hemos venido diciendo desde hace tiempo: la práctica política ha llegado a un nivel de degradación que no gusta a la gente y la rechaza. Desde la ultraderecha se viene utilizando un lenguaje de confrontación permanente, desagradable, destinado a desprestigiar a sus opositores, sin importarles si eso va o no contra la Democracia.

Se utilizan noticias falsas, se masifican estos infundios por las redes sociales que ellos controlan y, de tanto repetirlas, se van transformando en verdades ficticias.  Eso ocurre en Europa, al igual que en América.

¿Qué hacen ahora los partidos progresistas y democráticos?  El impacto les ha hecho ver la realidad más cruda y les obliga ahora a replantearse sus relaciones de bloque. La palabra “unidad” vuelve a recobrar el sentido de antaño y se analiza la política actual con mayor sentido común.

En Francia ya se habla de la recuperación del antiguo Frente Popular, bloque importante en la política de aquel país. En Alemania ocurre otro tanto. En España, la situación creada en la izquierda alternativa está obligando a abrir diálogos de progreso para darle más estabilidad al propio Gobierno de coalición.

En definitiva, se está recuperando la política del sentido común, de priorizar el bienestar general y de terminar con el personalismo que divide.

O sea, lo de la ultraderecha en Europa se está transformando en una lección significativa para que los europeos –y todos los que quieran entenderlo así– recuperen los valores humanos, el estado del bienestar y vuelvan a ser abanderados de la paz.

Imagen de RFI