Llueve a la antigua, no como dice la tradición, sino como pocas veces las nuevas generaciones han visto llover con la intensidad que está sucediendo en la zona central del país.
Las 26 estaciones pluviométricas de la Dirección Meteorológica, hasta el martes, en su gran mayoría acusaban déficit de agua. De 26, sólo 7 presentaban un superávit, pero entraremos al invierno en siete días más con todos los registros en azul, entre Valparaíso y el Biobío.
Las fuertes precipitaciones, acompañadas de vientos con rachas hasta 70 km/h en la zona, nos retrotrajeron al invierno de 1982, en junio cuando se salió el río Mapocho en Pío Nono. Esa vez llovió una semana de corrido, llevando a «culpar» al dictador, haciendo rimar su apellido con el principal cauce que atraviesa Santiago.
Hace 42 años la gente ya reclamaba por la edificación en zonas de laderas precordilleranas. Hoy, en Santiago, duplicamos la población de entonces y la ciudad sigue resistiendo. Se hicieron obras en colectores de aguas lluvias, con piscinas decantadoras en la Quebrada de Macul y ya no se repiten las improvisaciones en construcciones de autopistas, como la que hubo en Costanera Norte a comienzos de la década pasada que inundó Providencia.
El mismo reclamo no se dio en Reñaca, con la construcción de un edificio tras otro en zona dunar. Ellos estaban bien asentados hasta que los colectores de aguas lluvia comenzaron a colapsar con las intensas precipitaciones del año pasado y de este. Hay un sector de 900 metros entre los que se levantaron decenas de edificios que pueden verse afectados.
Esto, que puede decirse que muchos de esos departamentos son una segunda vivienda, no es lo mismo que sufren pobladores en el sur, que construyen en vegas, sitios que son inundables cada vez que se desbordan los ríos. En Curanilahue hay más de 1.500 viviendas afectadas.
Esta vez las obras públicas, principalmente puentes, han resistido y la conexión por carretera y vía férrea no se ha interrumpido. Claro que el viento, principalmente, ha dejado a 70 mil clientes sin servicio eléctrico.
Lo cierto es que las nuevas generaciones (un 70%) del país, no estaba acostumbrado a estos embates de la naturaleza, ni a recordar que «Por culpa de pinocho, se salió el Mapocho».