Por Sergio Velasco de la Cerda
Su Excelencia: todos los años, cumple con el deber constitucional de dar cuenta de la marcha del gobierno a la Nación. Una tradición antiquísima. Alocución que, en promedio, con suerte dura tres horas.
Asisten entusiasmados, sobre todo los Congresales primerizos, otros por lealtad y obligación partidaria, participan estoicamente. La nota impúdica la dan quienes se retiran vociferando y gesticulando todo tipo de desaprobación, irrespetando la cultura cívica.
Algunos parlamentarios dan parte de enfermo, o se rinden en un placido sueño, despertándose asombrado cada vez que el aplauso-metro retumba en el salón de Honor del Congreso Nacional, preparado especialmente para tan magnífica ocasión republicana.
Cabe señalar que antaño se realizaba el 21 de mayo, casi paralela al homenaje a nuestras Glorias Navales. Se cambio para el 1 de junio, Sabia decisión. El mandatario de turno así no tendría que andar corriendo desde la sede Parlamentaria, a la plaza Sotomayor, para llegar exactamente a la 12, 10, hora en que se hundió la Esmeralda, en la rada de Iquique, tras el certero espolonazo del acorazado Huáscar.
A la gran mayoría de los chilenos (as) mayormente nos les interesa, por el contrario, lo consideran una lata, salvo que exista un tema que les favorezca o les perjudique directamente.
Son muchas las obras realizadas, por esta administración, es la oportunidad de darlas a conocer. La gente espera respuestas claras, que vaya directo a mejorar su vida cotidiana, cuyas respuestas se siguen dilatando, año tras año. Nunca más promesas falsas, que de esas están hasta la coronilla. La credibilidad en la política y en los políticos, es muy preocupante para la democracia.
La condonación al CAE, reforma previsional, fin a las listas de espera en salud, la construcción de viviendas, para los damnificados, empleos seguros, bien rentados, la deuda histórica impaga a los profesores, la creación del Ministerio de Seguridad Ciudadana, para combatir la delincuencia, violencia, y el narcotráfico. Son los grades temas que los ciudadanos quieren soluciones, ahora.
Una luz de esperanza brilló en el horizonte, cuando en un arrebato de emoción contagiosa el Presidente señaló convencido que habrá una política de infraestructura sí o sí, en el país. No más retraso en los permisos para iniciar las obras que Chile requiere con urgencia.
Valparaíso, la ciudad patrimonial de la humanidad ya fue compensado, con US 850 millones de dólares, Construirán un nuevo sitio, recalarán cruceros y naves de mayor calado. Un hermoso parque en el muelle Barón, con vista panorámica al mar, para turistas. Emoción hasta las lágrimas, al sentir en la epidermis, una sana envidia, el anuncio del tren veloz desde Santiago a Viña del Mar. Un logro que permitirá a miles de veraneantes llegar con prontitud y sin atochamiento vial, al famoso Festival de la Canción, de prestigio internacional.
San Antonio, espera que Ud., Presidente coloque la primera piedra del puerto a gran escala, inicie las obras del túnel baja altura las Leñas, extienda el metro tren, desde Melipilla, a la costa central, son solo 34 km. hasta la principal ciudad puerto que más dinero le da a las arcas fiscales. Su discurso lo escuchamos todos los que estamos comprometidos con esta larga y angosta faja, de enormes potencialidades, con un litoral inigualable, nos permite mirar el futuro con seguridad y confianza, ante posibles amenazas externas, las que no son pocas ni menores.
Como que Rusia y Argentina nos quieren quitar parte de la Antártica, por el petróleo encontrado. China nos absorberá la carga de Brasil, Bolivia y Ecuador, desde el puerto de Chancay, en Perú, con el mega puerto que se inaugura en noviembre, en la magna reunión de la APEC.
Gabriel Boric nos sentenció: “Me pueden cobrar la palabra. No les voy a fallar”, lo digo, le voy a cumplir contra viento y marea. Presidente pierda cuidado lo haremos en su última cuenta que le entregue al país, al finalizar su periodo.