«Es la economía, estúpido»

La propuesta constitucional que votaremos mañana, como la Constitución vigente tienen el mismo sustrato, la economía que nos rige.

Los electores somos llamados a pronunciarnos a favor o en contra de un texto neoliberal que mandata desde 1981 y otro, ultra liberal.

Ninguna cambia en nada la política del voucher, donde el Estado le otorga un subsidio y usted verá cómo se las arregla. En eso, la actual y la propuesta son iguales.

Así tenemos, por ejemplo, los subsidios habitacionales donde la clase media recibe un bono equivalente al 20% del monto. El asunto es que la clase media, económicamente hablando, ya no existe. Hay 700 mil familias viviendo en campamentos y otros miles siguen de allegados, porque la mitad de los trabajadores apenas ganan 530 mil pesos mensuales.

En la educación superior es lo mismo. La gratuidad es un bono al portador que, cual cliente, se matricula en una institución y comienza a exigir sus derechos. Bien por ellos, «qué duda cabe», pero aquí es donde Santos Discépolo hace 90 años lo predijo: Da «lo mismo un burro que un gran profesor». Son los alumnos los que evalúan al profesor y las universidades prefieren echar al maestro, porque «el cliente siempre tiene la razón».

Para la clase media las pensiones que se pagan por las AFP, luego de haber trabajado 35 a 40 años y sin lagunas, apenas superan los 300 mil pesos, señala la Fundación Sol. Acá no hay subsidio, cada cual se rasca con sus propias uñas, salvo en ciertos casos de mujeres después de los 65 años que pueden optar a la Pensión Garantizada Universal, PGU, que es de $250 mil.

En el caso de la salud está cambiando con políticas del copago cero en Fonasa, pero el negocio de las isapres sigue dando utilidades, que a septiembre de este año llegaron a 15 mil millones de pesos, mientras varias de ellas han dejado de dar prestaciones con bonos en clínicas, que exigen pago al contado. Esto ha llevado a que casi 600 mil personas hayan abandonado las isapres entre enero de 2021 y octubre de 2023 (un 18%), es decir, gente de clase media que se ha empobrecido.

La gente vota mirando la economía, mayoritariamente. Las campañas en Chile después del año 90 estuvieron marcadas por el devenir económico. Mientras el país creció a buen ritmo hubo continuidad. A contar de la crisis subprime (año 2008), se cambió hacia la derecha. Así, en una economía a la baja estructural de Chile (desde el 2011), el electorado ha oscilado entre la izquierda y la derecha.

La inflación se detuvo, no hubo recesión, la inversión extranjera sube y la pobreza se reduce: Esos parámetros son alentadores y la derecha lo sabe. Por ello es muy difícil que la gente vote a favor de una propuesta que elimina la indemnización por años de servicio, que constitucionaliza las AFP y las isapres, que profundiza la política del voucher. Por ello hay que poner con letras mayúsculas en cartel en las oficinas donde se arman las políticas públicas, como lo hizo James Carville, estratego de la campaña de Bill Clinton: Es «La economía, estúpido».