Existen muchas formas de intentar explicar por qué Chile, después de asistir a los mundiales de Sudáfrica y Brasil, hoy es último en Sudamérica. Los números no mienten: de 16 juegos, ganó dos y empató cuatro.
Los más entendidos sostienen que a la selección nacional, con los jugadores que tiene, le alcanzaba para pelear por el repechaje, es decir, séptimo entre 10. Que el técnico Ricardo Gareca era el séptimo mejor pagado del mundo, pero trabajaba poco y venía cada dos meses a Santiago desde Argentina.
El problema parece ser más estructural. Los equipos chilenos no compiten a nivel internacional, participan. ¿Por qué? Por un lado están los dueños de las sociedades anónimas que manejan la mayoría de los clubes, varios de ellos tomados por representantes de jugadores, que generan un círculo vicioso. Veamos.
Las S.A. están para ganar dinero, no importa si los jugadores sean chilenos o argentinos. Estas manejan el Consejo de Presidentes de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, ANFP, que es la misma que controla la Federación de Fútbol de Chile. Pablo Milad es presidente de ambos organismos.
A su vez, los representantes (agentes) son los que ponen y sacan jugadores. Vemos repetidas denuncias de niños que se les obliga (a sus padres) a firmar contratos que los amarran a clubes cuando se están recién formando. Jugadores que salen de los equipos si no quieren aceptar condiciones leoninas y que deben entrenar solos, siendo castigados al ostracismo. Estos representantes instalan entrenadores que luego traen jugadores que, con sumas millonarias, vienen lesionados y no juegan. Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica abundan con ejemplos de estos casos.
Aunque las S.A. están para ganar dinero, la Federación es la que rige el fútbol en Chile, por lo que urge la separación de ambos organismos, aprobando el proyecto de ley que está en el Congreso. Este proyecto también tiene por objetivo mejorar la fiscalización de las organizaciones deportivas, prevenir conflictos de interés, fomentar la participación de los hinchas en la propiedad de los clubes, regular la multipropiedad, transparentar la propiedad de los clubes y separar la gestión de los clubes de fútbol de la gestión de los representantes de jugadores.
Este deporte sucumbió al dinero fácil, tras una década de bonanza, pero los tiempos que se avecinan no son prometedores. Los 32 clubes viven del pago que reciben de la televisión. TNT Sport espera en la Corte Suprema un fallo de un árbtraje que le fue favorable y que la Corte de Apelaciones ratificó. Se trata de resarcir al canal por el término anticipado del campeonato del año 2019, donde la ANFP está perdiendo 32 millones de dólares. A ello se suma la multa del TDLC, ratificada por el máximo tribunal del país, contra TNT Sport, la que debe compartir con los antiguos dueños del Canal de Fútbol, la ANFP. Se estima que son 52 millones de dólares los que debería pagar la Asociación. La única salida que tendría el fútbol es el proyecto de ley que permite a las asociaciones transformarse en sociedades anónimas cerradas y, por esta vía, inyectar capital para evitar una eventual quiebra.
Estos son los principales factores del magro rendimiento de fútbol nacional. Ser últimos en las clasificatorias no es un accidente. En 10 años pasaron Pizzi, Rueda, Lasarte, Berizzo y Gareca, todos con la misma suerte. Los únicos que permanecen son los dueños de las S.A. que administran los clubes. No se puede haber olvidado cómo se juega el fútbol.