Si los candidatos, ahora que existe la Inteligencia Artificial (IA), se sometieran a un test para poder participar en una elección de votación popular estaríamos más tranquilos. Sin duda que el gozar de títulos y doctorados no es garantía de aprobar una prueba de aptitudes, más que de conocimientos.
Por ejemplo, una forma de medir la empatía, eso de ponerse en el lugar del otro, supone un buen puntaje. La tolerancia también le aportaría a las y los postulantes. El trato digno hacia los demás, sumaría a no dudarlo. Es decir, una escala de valores que las personas deberían demostrar que en su historia poseen y, por tanto, les valida para postularse.
En esta elección y en la anterior de convencionales la gran mayoría de las y los elegidos cumplen con una sólida moral, pero hay otros que están acusados o han sido sentenciados por conductas inmorales, pese a lo cual siguen preparándose para asumir el 7 de junio. Es el caso del republicano Aldo Sanhueza y de un médico que es apuntado por mujeres que dicen haber sido víctimas de abusos.
Distinto es el caso de Luis Silva, abogado, doctor en derecho, supernumerario de la secta Opus Dei, apartada de El Vaticano por el Papa, quien obtuvo más de 700 mil sufragios y fue la primera mayoría nacional el domingo pasado. Como tal, ha hecho votos de obediencia y dejado un testamento por sus bienes en favor de la Orden.
En una entrevista dominical al Diario Financiero se mostró de cuerpo entero. Dijo: «¿Por qué cresta siendo mayoría tenemos que llegar a acuerdos con la minoría? Que ellos se lo ganen, aquí es problema de ellos, no de nosotros…no tengo ningún miedo al desacuerdo». ¿Y cómo se avanza?, preguntó el DF. Silva respondió: «Para eso están los votos. Y si no los tienen, ellos se tienen que ir de la plaza. Y si no, llamamos a la fuerza pública porque para eso está, para hacer efectivo el derecho».
La IA, ante una consulta sobre los dichos de Silva, respondería si pasa o no el test, es decir si la empatía, la tolerancia y la dignidad prevalecen en este candidato para llegar a postularse. Me temo que no, pero seguramente hacia esto evolucionarán en un futuro no muy lejano los requisitos para estar en una papeleta. Demos por descontado que en las próximas elecciones no bastará una declaración jurada, sino que deberá ser penado como delito intentar ser candidato o candidata, porque el narco tráfico se nos va a instalar como narco política, tal como lo han hecho los protectores de pedófilos que han llegado a ser ministros y hasta están redactando la nueva Constitución.
Este es el predicamento de la ultra derecha, como lo fue en la Convención la ultra izquierda. La democracia está a prueba, porque el 17 de diciembre sabremos si los chilenos elegimos cambiar la constitución de Pinochet, y en tal caso aprobamos la que nos propongan los republicanos, o nos quedamos con la actual como quieren los republicanos.