La nueva constituyente y la sociedad armada

Por Santiago Escobar

Iniciada la campaña para elección de constituyentes, la Encuesta SIGNOS.cl sacó una prime problemas de contexto. Aunque debiera importar a todos los competidores por igual, es el oficialismo el que aparece más complicado. Porque, independientemente de la distancia que el Gobierno tome de la campaña, nada de lo que resulte le será indiferente. El FA ganó el poder como velocista, cien metros en 9 segundos exactos, pero ahora parece no tener claro en qué
dirección seguir corriendo. Y cada etapa electoral de este proceso y de todas las otras competencias electorales que le quedan, al parecer marcaran el zigzag de su política.
El escenario que hay por delante hasta el día de la votación en mayo próximo, es complejo y vertiginoso. Y el desinterés de la población está en directa relación con los temas que ocupan la mayor atención de ella: inseguridad ciudadana y economía en lento proceso, principalmente por la delincuencia desatada el primero, y la inflación e inseguridad en el trabajo, el segundo.
En este escenario, es la calidad de gobierno y la eficiencia de corto plazo lo que podría reencantar a los votantes, y potenciar favorablemente para el oficialismo la obligatoriedad del voto. Sin embargo, la tendencia es negativa en ese aspecto, a menos que se recurra a la mecánica nacional de pagar algún bono extra. En lo económico radica la enorme significación de la derrota de la idea de legislar una Reforma Tributaria, pues le impidió al Gobierno construir promesas y discursos, aunque en realidad una reforma tributaria en el mejor de los casos se evalúa recién a tres o cuatro años de aprobada.
Si no se revierte la tendencia de que el 60% o más de los votantes no cree importante el proceso constituyente, el nuevo texto que emerja tendrá otro nuevo problema de legitimidad, que se agregará a la mitad del cuerpo constituyente designada por los partidos políticos con representación parlamentaria, a un Comité de Admisibilidad también designado, y a la predeterminación doctrinaria a que debe atenerse el texto que se apruebe.
El escenario descrito se completa con dos datos que son muy importantes a considerar y proyectar. El primero, descrito por la Encuesta Signos desde hace 27 semanas como la principal preocupación para los ciudadanos, cual es el de la inseguridad y la delincuencia. El otro, es la extrema fragmentación del sistema político. El primero no da oportunidad de gobernabilidad con paz social, y el segundo no brinda condiciones institucionales para un
diálogo estable.
El de la inseguridad lo traigo a colación porque en esas 27 semanas se ha podido comprobar un cambio sustancial que abre el paso desde una sociedad conflictuada a una sociedad civil armada o en proceso de hacerlo, como consecuencia del aumento de la delincuencia y la ineficiencia de las políticas gubernamentales. Esta es una perspectiva aterradora, y solo está empezando.
El segundo problema es que el fraccionamiento del sistema político compone una rueda de quintiles muy diversos que impiden la construcción de mayoría política para construir soluciones sino solo para bloquear o repartirse el poder como quedó graficado en el acuerdo del nuevo proceso constituyente. Institucionalmente Chile es un país suspendido, cuya economía, institucionalidad política y cabeza se asientan en pilotes largos pero flacos, cuya
capacidad de resistencia estructural está a prueba cada día.
Así, da exactamente lo mismo que Gabriel Boric mejore su imagen como presidente o se mueva muy por debajo de su desaprobación de 58,3%. Que la competencia electoral no prenda, o que algunos presidentes de partidos, que se supone manejan dineros y máquinas electorales, figuren en los tramos inferiores de las preferencias ciudadanas, tampoco importa mucho.
El tema es que mientras la delincuencia, el narcotráfico, la inflación y los bajos sueldos se lleven casi el 75% de la preocupación de los ciudadanos, la saturación emotiva de la población se parecerá más a una bomba de tiempo que a una cajita feliz de una hamburguesería cualquiera. Entonces el problema es más grave e ideas no hay. Tampoco inteligencia.