Cambio de Gabinete: El justo medio

El dilema del gobierno de Gabriel Boric es la improvisación. El cambio de Gabinete no tuvo
nada de lección aprendida del rechazo de la idea de legislar sobre su propuesta de reforma
tributaria. Los equipos económicos siguen igual y el equipo político también. La frustrada
operación de llevar a Marta Maurás a la Cancillería en reemplazo de Antonia Urrejola se cayó a
pocas horas de la ceremonia de jura de los nuevos ministros, aunque felizmente se dio con un
nombre de buena arquitectura diplomática: Alberto Van Klaveren.
El cambio final fueron dos ministros estructurales para la política, Van Klaveren y Jessica López
en Obras Públicas, la que independientemente de ser una gran ejecutiva en materia bancaria,
se le conoce poco vínculo a temas de infraestructura. Con todo, ella podría resultar un gran
talento en el área, habida consideración que ese ministerio es desde hace muchos años, más
una industria de concesiones y un ente regulador, que una organización operativa de
infraestructura.
Su designación, eso sí, denota la falta de delicadeza política con los partidos menores de la
administración Boric. Algo en lo que ella seguramente no tiene ni la más mínima
responsabilidad, pero que es un verdadero despido intempestivo del único ministro del Partido
Liberal en el Gobierno, que tenía igual o mejor valoración pública que otros ministros, como
Nicolas Grau, de Economía, Marco Antonio Ávila de Educación, Marcela Hernando de Minería,
o Juan Carlos Muñoz de Transportes.
La llegada de Van Klaveren a la Cancillería no es un triunfo del PPD. El nuevo ministro podría
ser perfectamente definido como un hombre de estado en política exterior, sensible a los
requerimientos de la política, pero plenamente identificado con lo que se considera
lineamientos permanentes del Interés Nacional del país, además de un acucioso diplomático y
académico de las relaciones internacionales. Conoce bien la Cancillería y ha servido a los
distintos gobiernos con igual eficiencia. Por lo tanto, el tropiezo de Maurás y la designación de
Van Klaveren, es en realidad un regalo de la fortuna para suplir una improvisación más de
Boric en materia internacional. Aunque tal vez no pueda resistirse a la voluntad Presidencial de
enviar de embajador a Argentina a la ex presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores. O
sea, al país vecinal que inventó los sindicatos.
El resto del Gabinete, incluida la llave de subsecretarios, debe ser interpretada como un ajuste
político en medio del canibalismo oficialista, al interior del cual empiezan a producirse una
serie de prácticas de presión y omisión en el actuar político, que acentúan el marasmo y
carencia de agenda estratégica del gobierno. Transformados en una verdadera confederación
de grupos y pymes, ganan los que tienen una orgánica más sólida y un mejor conocimiento de
la administración del Estado como ocurre con el PPD, el Partido Socialista o el Partido Radical,
pero hace rato que no hay ni programa ni idea de país.
Mientras tanto la derecha, solo tiene empuje y unas pocas ideas para construir peajes y
barreras a la política, para que nadie mueva o cambie el modelo. Y tienen éxito porque todavía
no terminan los juicios de SQM y el financiamiento ilegal de la política, y ya está la minera
encabezando las negociaciones por el litio, ayudada por los grupos de siempre y también por
socialistas y gentes en el actual gobierno. O sea, pese al cambio de Gabinete, seguimos igual.