El impacto de los drones ucranianos en la guerra de Rusia

«¡Ya ni siquiera Moscú es seguro!» Lo que antes era espíritu belicoso entre muchos blogueros patrióticos rusos y activistas leales al Kremlin en la red, cada vez se está convirtiendo más en enfado e incertidumbre. «Engels» y «Djagilevo» son las palabras clave en las redes sociales para la nueva perplejidad en Rusia. Estos son los nombres de dos aeródromos militares sacudidos por fuertes explosiones el 5 de diciembre de 2022.

Son las mayores bases para los bombarderos de largo alcance de un país que Vladimir Putin considera una superpotencia. Por primera vez, tras más de nueve meses de guerra, drones de combate ucranianos alcanzaron objetivos estratégicos tan alejados, situados en el interior de Rusia.

El golpe de los ucranianos no puede ser más simbólico, ya que los bombarderos de Engels y Djagilevo se arman regularmente con decenas de misiles para lanzarlos contra objetivos civiles en Ucrania, sobre todo contra objetos de infraestructuras críticas de suministro de electricidad.
Drones misteriosos

Aunque Ucrania, a diferencia de Rusia, solo ha atacado hasta ahora objetivos militares en el país vecino, tras estos ataques queda claro que la capital rusa también está ahora al alcance de los ucranianos. A 500 y más de 600 kilómetros respectivamente, los dos aeródromos militares están aún más lejos de la frontera ucraniana que el Kremlin.

Muchos expertos se muestran asombrados. «El hecho de que la defensa antiaérea rusa no reaccionara es sorprendente. Posiblemente, los rusos aún no se esperan este tipo de ataques en el interior del territorio ruso», declaró a DW el politólogo Frank Sauer, de la Universidad de la Bundeswehr, el ejército alemán.

Cinco días después, los expertos militares siguen sin saber exactamente qué se utilizó para atacar los aeródromos rusos. El ministerio de Defensa en Moscú habla de un «dron de diseño soviético». Los expertos sospechan que podría tratarse de una versión modernizada y cargada de explosivos del Tu-141, un antiguo dron de reconocimiento de la URSS de los años setenta. «El logro aquí es conseguir que el viejo dron dé en el blanco con precisión a distancia», dice Frank Sauer, quien recuerda que, en marzo, poco después de la invasión rusa de Ucrania, un Tu-141 se desvió hacia Croacia y alcanzó la capital, Zagreb.

Papel clave para la contraofensiva

Los expertos coinciden en que los ataques de drones ucranianos en el interior de Rusia tienen un significado más que simbólico. «Los rusos tendrán ahora que redesplegar sus defensas aéreas, posiblemente retirando sistemas de la zona de guerra», afirma el experto militar ucraniano Oleg Katkov. «O pueden trasladar sus bombarderos aún más al interior, pero eso hará que los futuros ataques con misiles sean más costosos y supondrá un mayor desgaste de los viejos bombarderos soviéticos de Rusia».

Ulrike Franke, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, también considera que los espectaculares ataques ucranianos son una señal para los socios occidentales, que hasta ahora se han negado a suministrar a Ucrania sistemas de armas de largo alcance.

Kiev lleva mucho tiempo exigiendo a Estados Unidos munición de alta tecnología, en particular para los lanzamisiles HIMARS que ya le han sido entregados. Los misiles HIMARS teledirigidos pueden alcanzar objetivos a una distancia de hasta 300 kilómetros. Hasta ahora, Washington solo ha suministrado misiles con un alcance de 80 kilómetros. Los sistemas de armas de mayor alcance, según los expertos militares, desempeñan un papel clave en la contraofensiva ucraniana.

«Por miedo a una escalada, se quiere evitar atacar territorio ruso con sistemas occidentales», afirma Ulrike Franke, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. «Ahora los ucranianos están demostrando que pueden llevar a cabo este tipo de ataques sin sistemas occidentales».