Improvisación política del Gobierno y espíritu de fronda en el Congreso

columna

Como era de esperar La Moneda jugó gambito de dama y enroque, pero las improvisaciones políticas fueron la marca del primer cambio de gabinete que hace el Presidente Gabriel Boric.
La llegada de Carolina Tohá al Ministerio del Interior, en reemplazo de Izkia Siches, le da mayor experiencia a un cargo vital en el juego político inmediato. A su vez, el enroque de Giorgio Jackson desde la Segpres hacia el Ministerio de Desarrollo Social, lo mantiene cerca del centro del juego político, si efectivamente el Presidente decide que ese cargo sea parte del llamado Gabinete Político.

Esa es tal vez la baja más sensible ante el espíritu de fronda manifestado en el Congreso. En este, un espíritu de cuerpo que va desde socialistas hasta republicanos, embistieron contra Jackson, pidiendo su renuncia. Lo que en el fondo fue golpear de manera sediciosa el cráneo del Frente Amplio en el Gobierno, más allá de los errores o antipatía que genere Jackson, y solo explicable como golpe directo a Boric.

No solo hay que tener voluntad en política, sino también prudencia y saber escuchar. Sopesar la oportunidad y los resultados de las acciones, dejando de lado la soberbia. Si Chile es efectivamente una democracia plural, no se debe improvisar. La convicción de que todo lo puede la voluntad es un error.

Lo anterior deja en evidencia que el Presidente quedó más aislado en La Moneda. De la trilogía política original frenteamplista, solo se mantuvo Camila Vallejo quien, justo es decirlo, ha mostrado un crecimiento exponencial en su desempeño de vocera, superando los gaffe iniciales. Particularmente sus referencias al Wallmapu, en las vocerías gubernamentales sobre el problema mapuche.

La llegada de Ana Lya Uriarte en reemplazo de Jackson, sin perjuicio que se trata de alguien con experiencia en los avatares de La Moneda y que fue Ministra de Bachelet, tiene la desventaja de su improvisación. Ello la pone en posición desmejorada para representar efectivamente al Gobierno en las negociaciones políticas con el Congreso, quien con fuero corporativo parece convencido que tiene hoy una función reguladora frente al Gobierno.

El resto de los cambios poco se entienden, a excepción de Salud, y solo parece un reajuste de acuerdos de poder en la trastienda, para tomar posiciones en el escenario gubernamental. Se trata entonces de un reajuste de emergencia, que debiera darle un aire momentáneo al Gobierno, que solo se verá con acciones prácticas.

Lo primero que debiera considerar el gobierno es separar el itinerario constitucional de su gestión cotidiana. Debiera traspasarle ese tema al Congreso y no ponerlo en el centro de su agenda. Los resultados del plebiscito son contundentes para indicar que se requiere GOBIERNO cotidiano. Es un error seguir pegado a un derrotero de nueva constitución como slogan de gobierno, cuando ésta ya está legitimada políticamente, y requiere ahora solo de negociaciones sobre forma y procedimientos, que no pueden ni deben eludir una nueva consulta al soberano.

Es evidente que a corto plazo, habrá manifestaciones callejeras impulsadas por estudiantes lo que, más allá de las peticiones que enarbolen, son ya parte de la caspa urbana que contamina el escenario político. No tienen el fondo cultural de ese movimiento entre los años 2006 y 2011, que produjo la actual generación gobernante. En soluciones deberá trabajar la ministra Tohá, lo mismo que en el tema mapuche que en las Araucanía se desborda como guerrilla. Ahí probará la mano y la sintonía con Boric.

Este gabinete de emergencia tiene en su trastienda como ganadores al socialismo democrático que ocupa el núcleo central del poder. Interior, Carolina Tohá; Finanzas, Mario Marcel; Segpres, Ana Lya Uriarte; Defensa, Maya Fernández; y las figuras de Lagos y Bachelet como ideólogos, y de Guido Girardi como operador. O sea, el arte de ganar un gobierno sin ganar las elecciones.

Deja también, al menos, dos lecciones. Una: el sistema político no tiene mecanismos que permitan la formación de cuadros profesionales de gobierno, ni arenas políticas en las cuales las figuras emergentes efectivamente adquieran experiencias. El ejemplo más claro es esta generación del Frente Amplio como relevo de la política chilena. Ganaron las elecciones, pero están perdiendo el poder, incluso antes de ejercerlo, pues no saben cómo gobernar. Se lo están entregando a los mismos a los cuales les gritaron “Que se vayan todos”. La derecha los forma en Libertad y Desarrollo, los gobiernos corporativos de las empresas y estudios de abogados. La centro izquierda, en organizaciones sociales.

Dos: No solo hay que tener voluntad en política, sino también prudencia y saber escuchar. Sopesar la oportunidad y los resultados de las acciones, dejando de lado la soberbia. Si Chile es efectivamente una democracia plural, no se debe improvisar. La convicción de que todo lo puede la voluntad es un error. Por algo Dios creo el mundo en seis días, pero al séptimo descansó. Y aún así, ya ven como quedaron las cosas.

Nota al margen para el gobierno y sus aliados, principalmente el PC. No humillar al otro, ello no es saludable para la coalición y la conservación de la fuerza propia. También hay que dejar el misal y el velo en la casa a la hora de salir a gobernar. Las vírgenes vestales generalmente se quedan solas para toda la vida. La reflexión y la flexibilidad política lo es todo en una democracia plural que busca un nuevo tono institucional. Cuando se tiene el poder, el futuro es Hoy.

Acerca de Santiago Escobar 50 Articles
Abogado, analista político y experto en temas de seguridad.