Por Miguel Ángel San Martín, desde Madrid
Cuando usted lee o escucha este comentario, voy de regreso con mi esposa hacia España, país en el cual resido desde hace muchísimos años. Hemos permanecido veinte días en mi Chile original y con ella, que es española, estamos haciendo un balance de nuestra visita. Y es obligado ver las sensaciones que nos deja lo que vemos y vivimos en este país tan hermoso.
Obviamente, vemos que aquí existen potenciales turísticos de alto nivel, que permitirían un desarrollo importante en el país y una diversificación en la economía nacional, actualmente basada fundamentalmente en la minería y en el comercio exterior. Sin embargo, notamos que no hay todavía una conciencia clara a nivel de los ciudadanos sobre la importancia del turismo.
España es un país que basa su economía en el Turismo. Es su “industria” principal y cada año va perfeccionando y mejorando las condiciones para que los extranjeros le elijan como destino para sus vacaciones. En el 2023, España superó la barrera de los 85 millones de visitantes extranjeros, un 18,7% más que el año anterior. Los ingresos se calculan en 108 mil 662 millones de euros. Calcule usted la cantidad en pesos chilenos mutiplicando esa cifra por mil.
Chile, según las estadísticas del 2022, ya superadas las barreras de la pandemia, recibió 2 millones 36 mil turistas internacionales, dejando unos 9 mil 247 millones de dólares. Se calcula que el año pasado, el 2023, llegaron unos 3 millones y medio de turistas. Con nuestro potencial paisajístico, fortalecido por la majestuosidad de la Cordillera de Los Andes, por su florido valle central, sus costas con el Océano Pacífico y su bagaje cultural tradicional, deberíamos estar pensando en desarrollar muy seriamente la industria del turismo.
Lo primero que debemos hacer es culturizar a la población. “El turista es un amigo que vuelve” no debe ser un mero slogan. Debemos tratar bien a los extranjeros que nos visitan con fines vacacionales. Es imperativo evitar los abusos, los engaños, las trampitas, porque los turistas no son tontos y se dan cuenta de lo que les hacen. Si les das cariño, buen trato y se sienten a gusto, seguro que volverán. Y no lo harán solos, sino que traerán a familiares y amigos, con lo cual vamos a ir ganando en prestigio y en riqueza económica.
Además de ese afecto, debemos entregarles un muy buen servicio hotelero. Deben sentirse mejor que en su propia casa, con limpieza y buena atención, además de precios adecuados. Sistemas de comunicación expeditos y actualizados. Recordemos que las nuevas tecnologías están resultando insustituibles.
Necesitan buenos aeropuertos, carreteras cómodas y seguras, así como lugares novedosos para apreciar nuestros exuberantes paisajes. Buena organización para desarrollar eventos tradicionales, restaurantes de calidad y limpieza para ofrecer nuestra gastronomía tan especial y variada.
Hay muchos detalles que debemos entender, aprender y aplicar. Pero lo más importante es cambiar la forma de recibir a los visitantes. No es de recibo que estemos siempre atentos a la pillería, al engaño. Podemos ganar más si convencemos con afecto, con corrección, con buenos modales. Esa es tarea de todos.
Pero, las autoridades deben también comenzar a planificar las políticas que orienten hacia un turismo de calidad, hacia una profesionalización que nos conduzca al éxito. El resultado se apreciará con claridad y rapidez. Y lo sabremos cuando el turista que se va convertido en amigo, regresa cada año con una sonrisa en los labios.