Día Mundial de la lucha contra el ELA: los factores de riesgo de sufrir la enfermedad

La esclerosis lateral amiotrófica, mayormente conocida como ELA, es una enfermedad progresiva del sistema nervioso que afecta a las células nerviosas del cerebro y la médula espinal, y termina causando pérdida del control muscular.

También conocida como enfermedad de Lou Gehrig, en la actualidad, se desconoce porque ocurre la ELA, explican los expertos de la Clínica Mayo, citados por el portal de noticias MundoDeportivo.com.

Por lo general, los síntomas de la esclerosis lateral amiotrófica varían mucho de una persona a otra, ya que todo depende de las neuronas que se hayan visto afectadas.

Así, en algunas ocasiones, las personas experimentan fasciculaciones musculares y debilidad en una extremidad o dificultad para hablar. Además, de forma eventual, la ELA afecta el control de los músculos necesarios para moverse, hablar, comer y respirar.

En ese caso, los síntomas más comunes son dificultad para caminar o realizar actividades diarias normales; tropezones y caídas; debilidad en piernas, pies o tobillos; torpeza en las manos; dificultad para hablar o problemas para tragar; calambres musculares y espasmos en brazos, hombros y lengua; llanto, risa o bostezos inapropiados; y, por último, cambios cognitivos y de comportamiento.

Tal y como explican los expertos, ELA suele comenzar en las manos, los pies o las extremidades y extenderse hacia otras partes del cuerpo. De este modo, a medida que la enfermedad avanza, se van destruyendo más neuronas y se van debilitando los músculos. Con el tiempo, la enfermedad afecta la masticación, la deglución, el habla y la respiración.

Desde la Clínica Mayo aseguran que se trata de una enfermedad mortal para la que todavía no se ha encontrado la cura.

Con motivo del Día Mundial de la Lucha contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), que se celebra cada 21 de junio, desde la Asociación Española de Esclerosis Lateral Amiotrófica (adELA) recalcan que la ELA “no está considerada como una enfermedad hereditaria”. Sin embargo, tener un familiar con este padecimiento debe constar siempre en la historia clínica de un paciente.

De este modo, desde hace años los expertos investigan una forma familiar de la enfermedad, que se produce aproximadamente en el 5-10% de los casos de ELA.

Hasta el momento se sabe que existe una enzima genéticamente probada, la SOD-1 (superóxido dismutasa-1) que está involucrada en la aparición de algunos casos de ELA familiar, por lo que un caso de ELA en la familia podría ser uno de los factores de riesgo de la esclerosis lateral amiotrófica, que hace que las personas sean más susceptibles a padecerla.

Esto hace que existan dos variantes de ELA: ELA esporádica y ELA familiar. Por ello, cuando no existen antecedentes familiares, la aparición de un caso de ELA en una familia se conoce como ELA esporádica, por lo que en esos casos los familiares del paciente no tienen un riesgo mayor que el resto de la población de padecer la enfermedad.

Además del factor hereditario, existen otros factores de riesgo de padecer la esclerosis lateral amiotrófica.

Uno de ellos es la edad, pues el riesgo de padecer esclerosis lateral amiotrófica aumenta con la edad, y es más común entre las personas de entre 40 y mediados de 60 años.

Por otro lado, también influye el sexo, pues antes de los 65 años la esclerosis lateral amiotrófica es un poco más común en hombres que en mujeres, aunque la diferencia de sexo desaparece después de los 70 años.

Por último, la genética también puede ser un factor de riesgo. De este modo, desde la Clínica Mayo aseguran que existen algunos estudios “que examinan todo el genoma humano encontraron muchas similitudes en las variaciones genéticas de las personas con esclerosis lateral amiotrófica familiar y algunas personas con esclerosis lateral amiotrófica no hereditaria”.

Según concluyen, estas variaciones genéticas pueden hacer que las personas sean más susceptibles a desarrollar la esclerosis lateral amiotrófica.

En algunos casos, también hay diferentes factores ambientales que pueden influir, como el tabaco, la exposición a toxinas ambientales y haber servido en las Fuerzas Armadas.