Las personas llamadas a administrar justicia, jueces y juezas, tienen sobre sus hombros la libertad de los ciudadanos y, por tanto, su razonamiento debe ser no sólo ajustado a derecho, sino ético. Es decir, que la persona que juzga sea reconocida por la sociedad positivamente, más allá de si absuelve o condena a uno de sus miembros.
En Chile, todavía ser juez tiene un grado de valoración más allá de opiniones interesadas o de la percepción cada vez más generalizada, que hay una justicia para pobres y otra para ricos. Estos últimos, por ejemplo, aunque sean condenados, pasarían poco tiempo en la cárcel en relación al clásico ejemplo del que roba una gallina.
La Corte Suprema de Chile, al final del Siglo XX, comenzó a modificar su sistema de nombramientos. De partida, se abrieron las puertas para el lobby de abogados externos para que se sumaran al máximo tribunal. Se amplió a 21 integrantes y ya sus ministros no venían exclusivamente de la carrera funcionaria, sino que mezclaban el ejercicio privado con el servicio público. Así, aparecieron -además- los abogados integrantes que pasaron, varios de ellos, a ser nombrados como titulares.
Hoy tenemos un mix que ha reflotado la Comisión de Ética, donde un par de ellos están en cuestión: Ángela Vivanco y Jean Pierre Matus, ambos de derecha y con servicios prestados a la política.
El caso de Matus es el que por estos días llama la atención. Dice a La Tercera que «no se me puede juzgar por lo que hice en mi pasado como abogado privado, júzgenme por mi labor actual como juez». Esto es lo que una persona llamada a dictar fallos debe tener siempre: Una conducta intachable, no solo como juez, no sólo como abogado, sino como persona. Su conducta como profesional -entre su periodo como abogado integrante de la Suprema y Ministro titular del máximo tribunal-, está cuestionada por su relación con Luis Hermosilla y la defensa que prestó a Andrés Chadwick durante la acusación constitucional el año 2019. Este caso está en pleno desarrollo.
«Juzgenme por mi labor como actual juez». Como reza el aforismo en Derecho: «A confesión de parte, relevo de pruebas».