Con el aborto libre el Presidente le dobló la apuesta a la derecha

Lo que hizo el Presidente al anunciar aborto libre es consecuente con las políticas de las 40 horas y el sueldo mínimo a 500 mil, dos «imposibles» al inicio de su gestión. Además, demuestra que el cálculo pequeño no es parte de su ser. Si lo hubiese sido, de partida no sería Presidente de la República.

En la Cuenta entregada a la Nación ante el Congreso Nacional, el Mandatario instaló en el debate un tema que ninguno de los sesudos análisis previos al mensaje presidencial consideró. Los ultras de derecha apostaban a que la deuda con Crédito con Aval del Estado, el CAE, sería el gran anuncio de este sábado. Tenían preparada la minuta para, apenas terminado el discurso, salir a las escalinatas del Congreso, y emprenderlas contra un anuncio que no llegó.

El Presidente, en cambio, se llevó una ovación cuando anunció que Chile se plegaba a la demanda de Sudáfrica contra Israel en la Corte Penal Internacional, donde se persigue al régimen sionista por genocidio.

También cuando anunció la expropiación parcial de la ex Colonia Dignidad, para transformar el predio de Villa Baviera en sitio de la memoria, donde se violaron los derechos humanos y se hizo desaparecer opositores a la dictadura civil-militar.

Luego vino el vaso de agua fría para la ultraderecha, cuando dio el golpe al mentón:

«En materia de derechos sexuales y reproductivos, en septiembre de 2017 la presidenta Bachelet promulgó la ley 21.030 que permitió el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales. Han pasado siete años y, con ese tiempo prudente de evaluación, hemos decidido mejorar su aplicación. Así, hemos ingresado a la Contraloría General de la República un nuevo reglamento para esta ley. Con ello, buscamos garantizar que la población conozca sus opciones; asegurar el acceso a un derecho establecido en la ley; que la objeción de conciencia personal no obstaculice el aborto en estas tres causales; y que el lugar donde se viva y la capacidad de pago no sean una barrera y que la atención sea oportuna.

Dicho esto, como Presidente de la República, estoy convencido de la necesidad de dar un debate democrático en materia de derechos sexuales y reproductivos. Por eso es que, durante el segundo semestre de este año, ingresaremos un proyecto de ley de aborto legal, que someteremos a la discusión correspondiente, siempre con el compromiso que anima a nuestro gobierno: avanzar y no retroceder. Las mujeres de Chile se lo merecen».

Como si fuera poco, repasó a los partidos de derecha y cómo actuaron contra lo que firmó el expresidente Sebastián Piñera en materia de derechos humanos:

«Me permito acá una reflexión: creo que la derecha chilena está cometiendo un error histórico en el retroceso que ha tenido en los últimos años en su compromiso con los DD.HH. en nuestra historia nacional. Importantes líderes del sector habían hecho reflexiones y autocríticas relevantes para los 40 años del 11 de septiembre de 1973, y esta vez, en cambio, se atrincheraron en un discurso para sus bases más radicales. Eso le hace mal a nuestro país y contrasta con la postura que siempre tuvo el presidente Sebastián Piñera, quien fue firmante y contribuyó en la redacción del compromiso por la democracia y los derechos humanos que sus partidos no quisieron suscribir. En esto no podemos permitirnos falsos empates ni ambigüedades: la defensa de los derechos humanos no es un tema del pasado, sino una base sobre la cual construimos nuestro futuro compartido», sostuvo.

Luego repasó estudios de opinión pública sobre la confianza de nuestros compatriotas en el Congreso, los partidos políticos, los gobiernos y la propia democracia que «es decreciente», afirmó. «¿El motivo?: sienten que, en lugar de ofrecer soluciones a sus problemas, están enzarzados en conflictos políticos internos que los lleva a torpedearse mutuamente sin ponerse de acuerdo», señaló el Presidente.

«Tienen razón», reflexionó. «La capacidad del sistema político chileno de alcanzar acuerdos se ha erosionado, con lo cual las demandas de la ciudadanía quedan sin respuesta y se postergan decisiones que son fundamentales para el desarrollo del país. Por ello, considero necesaria una reforma al sistema político que sin sacrificar representatividad evite la fragmentación y fortalezca la democracia. Comparto varias de las propuestas que en este sentido se han debatido y he encomendado al ministro Secretario General de la Presidencia que construya un consenso para poder legislar al respecto», dijo el Mandatario.

Más adelante expresó que «a veces, miro con frustración a quienes parecen querer agravar los problemas, no resolverlos; a quienes se niegan a encontrar soluciones para tratar de probar que tenían razón, o para ganar algunos puntos en la encuesta semanal. Creo que todo Chile se alegraría si dejáramos de lado la rabia y nos enfocáramos, colaborativamente, a resolver los temas de importancia nacional».

«No seamos ciegos: si la población no aprecia cambios que mejoren su calidad de vida ahora, estaremos erosionando la credibilidad de nuestras instituciones democráticas y pavimentando el camino a un nuevo estallido social», sostuvo el Presidente.

El Mandatario fue fiel a su ser, su ethos. Esta última frase no es antojadiza, es lo que muchos observamos y que palpamos en el ambiente. Cuando la mitad de los trabajadores gana 550 mil pesos y no le alcanza, pues está cultivándose un descontento, que logra empatía en los jóvenes que no ven un futuro mejor que lo que observan en sus padres y en sus abuelos, cuyas pensiones son miserables y no alcanzan a los 230 mil pesos «incluso con la PGU», como dijo Gabriel Boric.