El acuerdo en la Comisión Mixta por la Ley Corta de isapres, que se votará este lunes en el Congreso, es una burla a la justicia y a los 3 millones de chilenas y chilenos que cotizamos en estas aseguradoras.
La historia es larga y no es menester en estas líneas contarla. Sólo es necesario consignar que la Superintendencia de Salud estableció la deuda de las isapres en 1.580 millones de dólares. La forma de pagar ese monto es lo que hace impresentable el acuerdo. Se les otorgó un alza a los planes por sobre lo estipulado para que recauden el dinero de los propios cotizantes y, además, se les dio un plazo de 13 años.
No me imagino a cualquiera de nosotros yendo al banco para que nos pase dinero y con ello le devolvemos el préstamo, aunque las isapres lo que hicieron durante más de una década fue sacarnos de nuestros bolsillos el dinero de forma ilegal. O derechamente que un ladrón te pida el auto para llevarse los enseres de tu casa, a vista y paciencia de los moradores.
La Ley Corta es más que una ley para que las isapres devuelvan el dinero, y está claro que no lo harán con sus utilidades, aunque la propuesta les impide sacarlas mientras tengan deuda. La pagarán con nuestros propios recursos. En esta Ley Corta se acaban las discriminaciones entre sexos, se establece un plan universal básico y se fortalece Fonasa. Es el costo político que el Gobierno debe asumir si quiere avanzar en algunos puntos en la salud, dando una especie de perdonazo a las isapres.
Lo que está claro es que si mañana todos renunciáramos a las isapres nos quedarían debiendo 1.580 millones de dólares. En caso contrario nos pagarán con los mismos dineros que cotizaremos durante los próximos 13 años.
El Gobierno enloqueció y con ello el parlamento demuestra que no está en su sano juicio. La popularidad de los congresistas y sus partidos no pasa del 8%, lo que pone una alarma en el sistema político que no responde a los intereses de la ciudadanía. Esto lo que tiene como mar de fondo es la llegada del populismo, como llegó a Argentina, a El Salvador y a Ecuador. En Chile los republicanos y la UDI llevan esa bandera y apuestan al desinformado voto obligatorio para gobernar.