EDITORIAL: Un pueblo indolente

La muerte de Sebastián Piñera cerró la semana con una masivo acto impensado para los que lloran al ex Presidente. Treinta mil personas llegaron hasta el Estadio Nacional para ver un partido de fútbol y, antes del inicio se pidió un minuto de silencio por las víctimas del incendio y por el fallecimiento del Ex Mandatario.

En vez del respetuoso silencio hubo cánticos para Piñera, con epítetos y comparaciones con Pinochet que en todo el estadio se entonaron, no solo desde la barra de Colo Colo, el equipo más popular de Chile.

Ello contrastó con los actos republicanos que fueron parte del funeral de Estado que tuvo Piñera, donde la televisión, las radios y los diarios de circulación nacional se volcaron con una verdadera cadena nacional. La Tercera, por ejemplo, dedicó 32 páginas este domingo a la figura del fallecido y sólo 3 a los 131 muertos en los incendios de Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana. Esto, que es parte de la libertad editorial (no todos los años fallece un ex Presidente), se suma a la suspensión de la jornada de recaudación de fondos para los damnificados que anunció Anatel. Hilando más fino, la figura de Piñera no generó reparos en los medios abiertos ni en los discursos, confirmando por enésima vez que «no hay muerto malo».

La polarización que vive el país desde el mismo 4 de septiembre de 1970 (o incluso antes, con la Reforma Agraria), se acentuó con la intolerancia al que piensa distinto, llegando a bombardear el Palacio de La Moneda, haciendo desaparecer a miles y persiguiendo a varias decenas de miles. Hoy la situación no es extrema, pero tuvimos un estallido hace 4 años y nada descarta que haya otro, porque la economía no mejora y el Parlamento no trabaja para los que los votaron.

El país tiene problemas estructurales y la gente no logra ponerse de acuerdo cómo superarlos. Se rechazaron dos propuestas constitucionales y no se vislumbra una tercera. Se sigue metiendo la basura debajo de la alfombra y chuteando la pelota para más adelante. Tenemos a casi la mitad de los trabajadores y trabajadoras ganando 500 mil pesos, es decir, algo más que el sueldo mínimo. Así, las personas nunca lograrán tener casa propia y ya van casi 700 mil familias esperando una vivienda.

Los problemas estructurales también pasan por la concentración económica. Hoy tenemos un tercio de los bancos, de las AFP y de las Isapres que teníamos hace 20 o 25 años. Hay 3 cadenas de farmacias y 4 de supermercados, pero tenemos un 25% más de población que entonces.

Y lo más importante, el sistema político que tiene estancado el país, donde ningún gobierno goza de mayoría simple en el Congreso.

El asunto es si las chilenas y los chilenos vamos a seguir marcando el paso o nos hacemos cargo. Hoy el Gobierno se vuelca en recuperar la zona devastada por los incendios, mañana serán otra vez las inundaciones y así dará vuelta el año, mientras las pensiones siguen siendo paupérrimas, los empleos precarios y el narco se nutre de esta indolencia.