Milei, la (in)certidumbre y Tik Tok

Por Santiago Escobar

 

Tres interrogantes macro agobian a Argentina. La primera es qué hará o cuáles medias adoptará el electo Presidente para interpretarse a sí mismo de una manera aunque sea parcialmente coherente con lo que dijo en la campaña electoral, y si ellas mejoraran o no al país.

La segunda, es qué harán los partidos políticos (léase la casta en palabras de Milei) para adecuarse ya sea al gobierno, ya sea a la oposición. El Libertario los vapuleó a todos por igual, aunque luego trazó distinciones para obtener los votos de Macri y su coalición, en el ballotage. Pero mañana es otro día de muchos días.

Los que perdieron directamente, es decir los peronistas y sus múltiples facciones, deben determinar cómo y dónde, con el poder que les resta, la hacen para sobrevivir, porque si bien se pueden atrincherar en el Congreso, requieren resolver sus disputas internas y posiblemente movilizar punteros en la política callejera. Los otros, la casta que perdió ganando al agazaparse en el apoyo electoral a Milei en el ballotage, tiene la duda de la validación de las políticas, sin tener claro que deberá aguantar y hasta dónde. Entre una y otra cosa, una gran interrogante es la sister Milei, un poder de naturaleza entrópica que podría valer el equivalente a un partido y medio.

La tercera interrogante, importante tanto en lo inmediato como en la proyección de los 100 primeros días de gobierno, es como enfrenta la Argentina laburante, es decir los que de verdad trabajan y ganan un salario fijo, la incógnita de la transición desde el interinazgo peronista kirchnerista que durará hasta el 10 de diciembre, y luego al Milei de verdad en el gobierno. Es decir cómo se bancan para tomarle algo la mano de lo que deben esperar en los … ¿cuatro años?. No se debe ser pesimista, y aunque está difícil la cosa, nada indica que no habrá anormalidad en la estabilidad de régimen político porque, en esencia, si bien es poco lo que este significa desde el punto de vista del gobierno de la sociedad, tampoco nada indica que habrá pura normalidad. Algo muy parecido al reino de la incertidumbre.

El ascenso de fuerzas políticas de derecha de nacionalismo emotivo y salvacionista como la de Milei, sin un claro proyecto institucional de país, prácticamente se está dando en todo el continente y es tendencia. A mi juicio, es la contracara pendular del izquierdismo infantil y ultra que ve en los movimientos sociales de bajo horizonte político la expresión de la virtud de una democracia directa, que sería la verdadera democracia.

Sin duda alguna la complejidad y velocidad de la sociedad moderna determina que la democracia funcional solo puede ser representativa, particularmente para lograr la articulación entre adhesión ciudadana y gobierno que hace posible la eficiencia de las política públicas, ósea aquellas decisiones que se dirigen a toda la gente como vectores de conducta y bienestar. Y esto es algo en que no creen los extremos.

El izquierdismo infantil o las derechas del ultranacionalismo liberal son, en gran medida, el resultado de una crisis en el centro político de las sociedades, que ha resultado incapaz de construir y proponer representaciones políticas confiables, capaces de generar esa gobernabilidad y estabilidad democrática. Chile hoy día puede ser un buen ejemplo de cómo la perdida de un sentido político de centro ampliado deviene en decadencia democrática, algo no debatido ni resuelto en el llamado “socialismo democrático”.

Ese péndulo entre extremos políticos surge en y aspira a pasar por sobre los gobiernos de elites cleptocráticas y manipuladoras como los casos de Argentina y el Brasil de Bolsonaro, o de autoritarismos de izquierda al servicio de tiranos que con discursos de igualdad, llegan a instalar dictaduras en nombre el pueblo, como en Nicaragua y Venezuela.

Lamentablemente, la construcción de una democracia estable es un esfuerzo de cada día durante décadas, pero cuya deconstrucción requiere apenas de pocos años, una mala racha económica o un gobierno incapaz de agenciar los problemas reales de la sociedad. Cuando eso ocurre, los países terminan en estados corruptos y sociedades desorientadas, que se nutren de espectáculos políticos transitorios, de inseguridad en la vida diaria y de una fragmentación extrema de la cohesión social. Entonces ya no habrá tik tok que la salve ni profetas creíbles en ese reino de la incertidumbre.