La humanidad parece vivir alejada de su esencia, de sorprenderse cuando sucede algo que le llame la atención.
Ha sido la curiosidad el motor del desarrollo de nuestra especie. Gabriel García Márquez describía a Aureliano Buendía sorprendido, asombrado cada vez que Melquíades se arrimaba a Macondo. Newton, con la mera observación, estableció la ley de gravedad y dos siglos y medio después el hombre llegó a la Luna, despegándose de la Tierra, cuya fuerza nos atrae. Nuestra capacidad de asombro parecía intacta.
Pero esta característica de la humanidad se ha ido perdiendo, a toda escala, tal vez por cierto hedonismo. Chile es un caso. Hagamos el listado:
El país cumplirá medio siglo del Golpe de Estado y todavía hay quienes justifican el hecho y sus consecuencias por más de 17 años.
Las AFP ganaron 539 millones dólares el año 2022 y ese año los 5 fondos tuvieron pérdidas para los ahorrantes y siguen con su negocio y los trabajadores perdiendo cada día.
Las Isapres deben mil 400 millones de dólares a los cotizantes y se niegan a pagar, en circunstancias que entre los años 2020 y 2022 ganaron 12 mil millones de dólares.
Diputados y diputadas se negaron a debatir la Reforma Tributaria que generaba recursos por 6 mil millones de dólares para mejorar las pensiones, para aumentar la dotación policial y que combatía la elusión y ponía un impuesto a los súper ricos.
El general Director de Carabineros le llama la atención al Congreso Nacional y se justifica diciendo que la forma no fue la más adecuada, pero nada dice él ni su jefa directa sobre el fondo: es decir, se salió de madre y acá no ha pasado nada.
El cúmulo de alcaldes y alcaldesas que han defraudado las arcas municipales gozan de total impunidad.
El juicio contra un ex senador y un ex candidato presidencial debería durar más de un año, para partir.
En Chile a nadie le exigimos que se haga responsable por sus actos. El estudiante saca al profesor que lo reprueba. Los delincuentes gozan de libertad hasta que se fugan y piden asilo en Europa. Un ex Presidente miente en TV y dicta cátedra sobre qué hacer con los venezolanos, pero la justicia chilena no lo ha apercibido por las decenas de mutilados con que reprimió las protestas del 2019, ni qué decir sobre los 34 muertos por el estallido. Es un intocable.
Es nuestra capacidad de asombro la que hemos perdido y las nuevas generaciones deberían saberlo, para no volver a repetir ese mal camino.
Una condición necesaria es tener justicia, de los tribunales y justicia social. Hoy tenemos la oportunidad de cambiar el rumbo, de darnos una nueva Constitución, y que se rechace el 17 de diciembre es una posibilidad. Una segunda vez sería agotar la capacidad de asombro, surrealista, que ni Don Gabo hubiese tenido tanta imaginación para describirla en sus novelas, si resucitase.