La democracia a palos

Columna

El cumplimiento riguroso de la palabra empeñada para la designación de un cargo de representación corporativa en el Congreso Nacional, en este caso, la Presidencia de la Cámara de Diputados por la militante comunista Karol Cariola, es un tema de decencia política.

No parece un planteamiento de legítima de convergencia cívica, argumentar un  cambio en el escenario político por los resultados del Plebiscito de salida en que las fuerzas del oficialismo, de las que forma parte el PC experimentaron una fuerte derrota. El mandato electoral soberano sobre una nueva constitución no deslegitima ni una sola de las representaciones parlamentarias vigentes, ni una granjería indebida para un perdedor en un debate público democrático.

La política hecha solo de pasión o de revancha, tiene siempre el vicio de la violencia, sea física o intelectual, que la lleva a estados fallidos donde la idea del porvenir queda sometida a las rencillas del pasado.

Negarle la Presidencia de la Cámara a Karol Cariola huele mucho más a un acto humillante de carácter ideológico en contra de un partido que, con todas las diferencias que se puedan tener respecto de sus planteamientos, está inserto en el juego democrático del país.

No se trata por cierto de salir a buscar empates éticos de lo que se hace hoy con respecto a memorias pasadas. Incluidas aquellas relativas a la memoria del ejercicio democrático en Chile. Más aún cuando los problemas que exhibe el país, su grado de disfuncionalidad institucional y la dificultad de armar acuerdos en un parlamento fraccionado, sobre una idea unitaria de país, escasean. Más aún, donde falta un aprendizaje práctico de una democracia plural capaz de afianzarse establemente en su diversidad.

El Partido Comunista tiene mucho que reflexionar sobre su doctrina y el funcionamiento de la democracia. Algunos pensarán que incluso sobre su nombre, como ocurrió ya en Italia, Francia o España. Seguramente sus nuevas generaciones lo están haciendo, posiblemente no sin dudas o los esfuerzos que implica la voluntad de continuar siendo coherentes y, al mismo tiempo, rectificar aquello a lo cual la realidad obliga.

La política hecha solo de pasión o de revancha, tiene siempre el vicio de la violencia, sea física o intelectual, que la lleva a estados fallidos donde la idea del porvenir queda sometida a las rencillas del pasado. ¿Dónde más podría Karol Cariola, una joven brillante, aprender y practicar el oficio de escuchar, disentir, dialogar y concordar, que es la función dialógica de la política, sino en su propio país, Chile? ¿Dónde podría, cualquiera de los diputados que comprometidos en su palabra, hoy dudan por una “mejor opción negociadora” que poco o nada cambiará en seis meses, mostrar que son de nueva envergadura y de nuevo talante respecto del pasado?

La política del te lo advertí, no te creo, no te tengo confianza o te golpeo y humillo para para que aprendas lo que es la democracia es, ni más ni menos, la democracia a palos, la disciplina del pensamiento único, la negación misma de lo que ella en verdad es, y una nueva ritualización de la discriminación ideológica.

El caciquismo barrial y el mercado de las pulgas en política, es apenas el vintage del subdesarrollo. Ultima parada de un país fraccionado y sin voluntad de futuro, dispuesto a negociar hasta la decencia.

Acerca de Santiago Escobar 50 Articles
Abogado, analista político y experto en temas de seguridad.