Inteligencia en Chile: difícil modelo para armar

Columna

* En Chile no es posible crear un sistema de inteligencia de alto profesionalismo.  No concurren las condiciones para ello. Las deficiencias de las instituciones que lo conformarían y que han quedado a la vista en el último tiempo, permiten hacer esta apreciación.

Son varios los componentes que se pueden mencionar al hacer un balance crítico del tema. El deficiente relacionamiento inter institucional, la calidad del personal involucrado, las normas y métodos que se aplican para obtener resultados, la calidad de los reclutamientos de personal, el desprestigio de la actividad en la ciudadanía después de las experiencias durante la dictadura militar, la ausencia de rigurosidad en el manejo y protección de la información sensible y varios otros aspecto procedimentales más generales.

Ya son varios los años durante los cuales se ha intentado avanzar en el diseño estratégico de inteligencia. El tema resurge ante las crisis cíclicas de seguridad y luego regresa el ritmo de la nulidad. No hay interés.

Existen además, otros nudos insolubles que imposibilitan alcanzar un nivel aceptable en el desempeño de esta función. En el caso particular de la Agencia Nacional de Inteligencia, estamos frente a un muestrario de deficiencias de fondo que se repiten en cada administración sistemáticamente, más  graves en cuanto este organismo es el que debe conducir la funcionalidad del conjunto del sistema de inteligencia, cosa que nunca ha ocurrido. Organismo que debiera tener una incidencia potente en la conducción del sistema decisional del gobierno, aportando escenarios estratégicos anticipativos que graviten de verdad para evitar improvisaciones dañinas que hemos visto en la gestión gubernamental. Cuando el miedo al riesgo y sus consecuencias, riesgo que es consustancial a la actividad de inteligencia resulta paralizante, se debilita toda la línea de producción de apreciaciones verificadas y se neutralizan las capacidades.

Obviamente se podrán elaborar leyes y reglamentos que darán la impresión de que se avanza, que hay preocupación pero, sin averiguar cómo remover estos factores que operan pese a esas leyes, en la profundidad de las instituciones, sin impedir seriamente que los interese personales o de sucia política interfieran en las decisiones, la creación de inteligencia de verdad, quedará para algún futuro lejano.

En la nueva etapa que se inaugura con Gabriel Boric como Presidente, en el contexto de una gran renovación de propuestas frescas y sanas, se esperaba un rediseño importante y la colocación de este organismo a la altura que le corresponde, vale decir, dotarlo de personal idóneo, recursos suficientes, definir sus misiones, avanzar hacia una configuración estable que le diera madurez y eficacia profesional. Medidas a la altura de los desafíos que el programa gubernamental instalaba. Nada de eso ha ocurrido. Al contrario, cada cierto tiempo la institución es capturada por intereses políticos o por otras instituciones.

Se habla de crear una escuela de inteligencia que resolvería algunas carencias. Pero, no se puede crear una escuela de inteligencia si no existe previamente una carrera funcionaria que le asegure al personal durabilidad en sus cargos. Además, para sostener las carreras funcionarias se requiere un proceso prolijo y muy técnico en el reclutamiento de los funcionarios, algo que ha estado muy lejos de ocurrir.  Lo que sí ha ocurrido es que el personal con experiencia que ha sido capacitado, ha debido abandonar su trabajo en medio de los vaivenes de entra y sale de las sucesivas administraciones que empiezan cada vez todo de nuevo. Otros se retiran hacia mejores horizontes  económicos  o frustrados porque no era lo que esperaban. La identificación de verdaderas vocaciones e intereses en la función de inteligencia  es indispensable para dotar de personal a estas instituciones.

Este constante empezar de nuevo cada vez que cambia el Presidente de la República, genera daños de carácter estratégico. Impide absolutamente que los funcionarios crezcan en experiencia, conocimiento profundo de sus misiones, alcancen un  posicionamiento serio así como  alto dominio de sus temas bajo investigación, madurez profesional, relaciones colaborativas entre funcionarios de otras instituciones, crecientes estándares de confianza, requerimiento indispensable para el ensamble inter institucional de la producción de información profunda.

Cuando en estas instituciones  cada vez es más fuerte la sola medición, la cuantificación y la georeferencia  de los fenómenos, sin ir en la búsqueda de por qué pasa lo que pasa, es decir,  indagar en aquello que posibilita hacer diagnósticos certeros, la producción se vuelve ineficiente  para comprender  la estatura estratégica, la extensión y profundidad que yace en los objetos bajo estudio e investigación. Así, los resultados se vuelven mediocres, insuficientes y no se cumplen los requerimientos de inteligencia, en el sentido de alcanzar una comprensión amplia y certera para hacer apreciaciones que permitan una contención de las amenazas.

Si la elección del cuerpo directivo de estas instituciones, no toma en cuenta estos factores, se hace cada vez más difícil avanzar en el mejoramiento técnico profesional de las mismas. Si la razón para reclutar -cosa que está ocurriendo- es que esa persona no tiene trabajo, o la designación permite saldar cuentas o generar compromisos que se cobrarán después, o simplemente había que llenar el cargo, sin tomar en cuenta seriamente las capacidades, vocación e idoneidad, aquello creará un conjunto de personal incapaz de llevar adelante los requerimientos.

Carencias de largo alcance

¿De qué manera, una institución de inteligencia, como ocurrió en el caso del hackeo a EMCO, o las mentiras y montajes en la Macrozona Sur, puede asegurar una custodia real de información intercambiada con otro organismo extranjero, militar o policial, si todo ha quedado expuesto  a la luz pública? No se puede así asegurar reserva en los intercambios. Esto daña gravemente la posibilidad de enriquecer el conocimiento en los vínculos internacionales por ejemplo. Quedó a la vista una confusión incomprensible instalando vulnerabilidades muy serias.

En el aparato administrativo del Estado y más aún en los altos niveles decisionales del gobierno central, no se conoce la diferencia en tomar decisiones o hacerlo con apoyo de inteligencia seria y profesional. Creo que la diferencia, si existe, es menor. Los organismos de inteligencia no se sienten presionados con demandas bien estructuradas, con un direccionamiento preciso, con exigencias de cumplimiento. No emanan desde los niveles decisionales, directivas de inteligencia estratégica y mucho menos la demanda de serios estudios prospectivos o la exigencia de que la anticipación sea un elemento predominante para prevenir crisis. Pareciera que la queja más recurrente es “no hay inteligencia” que es de una generalidad impresionante. Esa queja no es suficiente para impulsar el crecimiento de la función, obligar a elevar los estándares en el desarrollo de capacidades. O no hay dinero, o las leyes no son prioritarias o lo fueron alguna vez pero ya pasó la coyuntura.

Ni pensar en la creación de una oficina de protección de la Constitución, es decir de la democracia, como existe en Alemania  (Bundesamt Fur Verfassungsschutz.  Bfv) pues quizá muchos ámbitos políticos y empresariales se sentirían afectados, pues este órgano vigila estrechamente toda aquella trasgresión que desequilibre el funcionamiento del orden democrático.

Quiero decir que este modelo para armar no podrá ser construido sin que medie un estudio minucioso de estos y otros factores. Cuando los consejos y aportes caen en el vacío porque no hay interés, o no se entienden, o se desestima el tema en su conjunto por ausencia de valoración de lo que significa, estamos en un entramado sin salida. Obviamente se podrán elaborar leyes y reglamentos que darán la impresión de que se avanza, que hay preocupación pero, sin averiguar cómo remover estos factores que operan pese a esas leyes, en la profundidad de las instituciones, sin impedir seriamente que los interese personales o de sucia política interfieran en las decisiones, la creación de inteligencia de verdad, quedará para algún futuro lejano. Mientras tanto la improvisación campea en todo el espectro gubernamental. No se cuenta con modelamientos descriptivos, trabajo anticipativo, acceso a datos estratégicos o relacionamientos de gran valor en el extranjero. No así el crimen organizado que cuenta con inteligencia en serio, accesos privilegiados a la información, a las relaciones y su negocio crece sin parar dañando las bases de la democracia.