Comentario: Tren Santiago-Valparaíso: ¿ahora sí?

Por Álvaro H

Cuando era niño,  mi vecino del frente que trabajaba como cartero en Correos contaba con emoción cómo sería la «Ciudad azul», ese complejo deportivo del equipo de sus amores que nunca llegó a existir, pero cuyo anhelo de materialización sugue traspasándose de generación en generación.

Pasa lo mismo con el pago de la deuda histórica a los profesores, con el retorno del tren a Puerto Montt, últimamente con el teleférico a la Ciudad Empresarial y también con el convoy que supuestamente a gran velocidad permitirá que las personas tarden con suerte una hora en trasladarse de Santiago a la ciudad puerto.

Mi vecino, que como dije soñaba a fines de los ’70 y los años ’80 con el futuro glorioso de las instalaciones del club Universidad de Chile, dejó de existir a poco andar este siglo sin ver siquiera un ladrillo instalado, y dio su último suspiro sabiendo que ni siquiera había un terreno asignado para ese fin. Tristemente los profesores también se están yendo de este mundo sin justicia y los relatos de locomotoras recorriendo Chile hasta lo más al sur posible, suenan a delirios de gente antigua próxima a sucumbir al tiempo.

El tren  Santiago a Valparaíso es algo así como eso mismo. Lo más probable es que fuera alguna vez el sueño de un empresario inglés paseando por Avenida Alemania, y que se mantivo en el imaginario década tras década, según las necesidades de cada época.

La iniciativa ha sido en los últimos años el tema novedad de distintos ministros que han desfilado por Transportes, y también del actual titular de esa cartera, Juan Carlos Muñoz.

¿Ahora sí? él así lo cree -como también lo creyeron sus antecesores-,porque ya habrían dos empresas privadas interesarse en la adjudicación de las obras. Además, el propio Presidente Gabriel Boric lo incluyó dentro del generoso paquete de compromisos que adquirió en su primera cuenta pública, y donde también figura, sea dicho de paso, el pago de lo que el Estado adeuda a los profesores.

El único posible problema, y por qué no decirlo el más probable, es que la factibilidad de un tren bala de la capital al puerto principal -que tampoco ya es tan principal, pero ese es otro cuento- dependerá, como bien dice el ministro, de la «rentabilidad social» versus los costos y condiciones geográficas. ¿Habré escuchado eso antes?