El resumen de los guarismos estadísticos acerca del sistema político chileno, al menos de aquellos sobre adhesión y preferencias electorales que expresan las diferentes encuestas de opinión sobre las elecciones generales en curso, indican que el país abandonó la estructura política de tres tercios por una de cinco quintos.
El detalle no es menor pues, independientemente de lo que las opiniones permiten proyectar sobre el resultado final de la segunda vuelta presidencial de fines de año, la fragmentación política indica que el principio de transversalidad y de opciones cruzadas será un elemento importante de esos resultados finales.
La cruda competencia en la derecha entre tres candidatos abiertamente insidiosos y agresivos entre ellos en sus campañas, indica una derecha muy elástica en materia de talante de gobierno. Algo similar ocurre en la centroizquierda en la cual, pese a ofrecer un solo candidato -Jeannette Jara- las disidencias internas y la desafección del gobierno respecto de la candidata única, es demasiado notoria. Amén de que ellas han instalado una competencia ácida en las listas parlamentarias que pugnan por el mismo universo de adherentes y votos.
En el oficialismo es hoy evidente la pugna por anticipar el liderazgo político del sector que encabeza el presidente Gabriel Boric y el Frente Amplio. Pese a tener la certeza de que serán desplazados políticamente no solo del ejercicio gubernamental, lo que actúan perfila discursos y acciones con vistas a 2030, que menoscaban las pocas posibilidades de la candidata oficialista. Amén de aplicar una disciplina autoritaria a las listas parlamentarias disidentes dentro del bloque, el FRVS, para lo cual usan impropiamente el poder del gobierno.
El enfrentamiento mayor, sin lugar a duda será con el llamado “socialismo democrático”, el cual sin liderazgos y experimentando directamente todo el desgaste de la mala gestión de un gobierno al que llegaron como invitados, pasa por uno de sus peores momentos, sin puntos de apoyo y con dificultades incluso para aspirar a la mera subsistencia. El PPD que hoy exhibe un biministro encargado del escándalo de las cuentas de la luz, corre el riesgo de no elegir parlamentarios.
Curiosamente, un centro político, coyunturalmente vaciado de poder y significación electoral -a excepción de Franco Parisi y la multitud que él llama Partido de la Gente- permite que los radicalismos minúsculos y extremos de izquierdas y derechas converjan como un condimento casi folclórico de la fragmentación política a cinco quintos del país. Parisi es el partido por la mitad, es la “cargada oportunista inevitable” sobre el que gane en primera vuelta. La cual, dicho sea de paso, sí tiene una cuota de incertidumbre en la medida que no existe eje político estabilizador claro, y que – podría ocurrir – la transversalidad, el menor rechazo y el voto obligatorio armen un tutti frutti que permita todo tipo de intermabios y negocios políticos.
Pero todo lo dicho solo es lo presidencial. El “pie derecho” de esta construcción política criolla esa la composición parlamentaria final, la que -sin haber sido pensada como un factor de contención o definitorio en este juego de quintos-, puede llegar a ser el elemento desequilibrante para lo que queda de institucionalidad.
La poca calidad del parlamento chileno – con pocas excepciones- es ya notoria. Y en esta ocasión ello se acentuaría si el parlamento se transforma en una trinchera de cuatro años, en la posibilidad de simple sobrevivencia o, como se puede advertir en un mero escollo electoral que debe salvarse a toda costa para gobernar sin contrapesos.
Por lo mismo, no es extraño que no existan programas claros sino solo promesas insustanciales llenas de subtextos de miedo y mano dura. El país carece de elecciones parlamentarias de corrección de medio período gubernamental como en otros sistemas, y el armazón electoral empieza a inclinarse peligrosamente hacia una democracia sin límites claros, elástica, y con principios reinventables según las circunstancias.
Como sentido contrario, ni la continuidad ni el cambio preconizados parecen conceptos que expresen contenidos aptos para la estabilidad política y social que el país requiere, para re institucionalizarse y volver a la senda del crecimiento y el desarrollo.
Con todo, prevalece en el ambiente como un elemento positivo y constructivo lo planteado por la Contralora General de la República, Dorothy Pérez en la ENADE 2025, hace menos de una semana.