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    La xenofobia y aporofobia

    En Chile, al menos, esos dos conceptos se manejan con total discreción. Si se trata de extranjeros blancos, rubios, no hay de qué preocuparse. Si son morenos saltan los fusibles, si son venezolanos, mmm. Y si son pobres, uff

    El extranjero debería conjugar la frase…»donde fueres, haz lo que vieres». Todos, sin distinción de color, raza, religión ni condición económica, no deberíamos generalizar. El refranero popular está plagado de términos ad-hoc.

    Aún así, una sociedad tiene derecho a regular la participación de foráneos en políticas públicas. Una funcionaria de un servicio de nacionalidad venezolana fue detenida en Los Andes por pertenecer al Tren de Aragua. La mujer facilitó su cuenta bancaria para girar al extranjero parte de los 13 millones de dólares que recaudaba la asociación ilícita con extorsiones. Esa persona tendría derecho a votar en las próximas elecciones de presidente y parlamentarias, pues no estará todavía condenada.

    Esto nos lleva a pensar sobre la laxitud con que nuestra legislación, que viene desde el plebiscito de 1988, facilita a extranjeros avecindados en Chile, luego de cinco años, votar para elegir a las más altas autoridades del país. Entonces, cuando se autorizó bajo la dictadura, la idea de la Junta de Gobierno era sumar votos para la derecha, dado el componente de la inmigración en Chile, principalmente europeos.

    Sin embargo, hoy tenemos al 10% de la población extranjera en el país, el 5% venezolanos que -por ejemplo- eligen desde un concejal hasta un presidente de la república, algo que ningún chileno puede hacer en sus países sin estar nacionalizados. Es más, a los extranjeros solo se les permite elegir presidentes en 2 países en el mundo: Chile y Uruguay. Otros, como Malawi, permiten votar en elecciones parlamentarias, lo mismo Nueva Zelandia, pero no eligen presidente. Elecciones municipales y regionales son más flexibles en distintas regiones del mundo.

    Esta distorsión, que tiene que corregirse vía ley en el Parlamento, se irá acentuando con el paso de los años. Un extranjero que reside en Chile puede votar para presidente dos veces, porque en su país no tiene problemas para hacerlo, mientras que en Chile con cinco años de residencia la Ley los incorpora automáticamente en el padrón elecoral y los obliga a votar. Si no votan, además, los multa: kafkiano.

    Todos los seres humanos tenemos un deber con los inmigrantes, cual sea la razón. Debemos acogerlos, incorporarlos a la sociedad, hacerlos prosperar y buscar maneras de que superen los motivos que los hicieron emigrar desde sus territorios. Distinto es proteger nuestras fronteras para impedir el acceso de ilegales y delincuentes. Distinto es abrir los registros para que puedan elegir presidentes y parlamentarios.

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