El Presidente de la República salió a dar una extensa declaración de prensa a pocas horas de haber echado del gobierno al subsecretario del Interior, Manuel Monsalve. Con su exposición quiso dar la máxima transparencia a cómo se había enterado de la denuncia de violación que pesaba contra el encargado de la seguridad pública.
En medio de sus dichos, dos veces su asesora de prensa le interrumpió para decirle que ya estaba bueno, que terminara con su «confesión», porque así era leído por los asistentes y telespectadores que asistíamos en directo a ese acto en Lampa. Pero Boric le reprochó que le interrumpiese y siguió hablando con lujo de detalles. Revisó en cámara su teléfono y demostraba a qué hora se comunicaba con Monsalve: «Estaba oscuro», recordó. Ahora conocemos su declaración judicial, la que no dista mucho de los dichos del 18 de octubre, pero han dado pie para un festín de la oposición, debilitando todavía más el gobierno.
El Presidente tiene en el Senado el proyecto de ley del presupuesto, el cual pasó a duras penas en la Cámara de Diputados, en Defensa y Salud, pero en Educación y Justicia hay partidas que quedaron sin aprobarse, como los Servicios Locales de Educación Pública y los dineros para el Intituto Nacional de Derechos Humanos.
En este escenario el Mandatario se ausentó del país y partió a Lima a la reunión de APEC y siguió a Río de Janeiro a la cita del G20. Se trata de reuniones importantes para la presencia internacional de Chile, pero a Brasil se sumó la ministra Camila Vallejo, vocera del Gobierno, quien fue subrogada por Jeanette Jara. Ambas han debido responder a periodistas por el caso Monsalve.
Ajeno a la elección de segunda vuelta de 11 gobernaciones, el Ejecutivo ha dejado de lado la reelección de sus candidatos a la suerte de los votantes. Tampoco perfila ningún sucesor del oficialismo para la presidencial del próximo año. Michelle Bachelet y Tomás Vodanovic, los mejores posicionados del sector, han dicho que no participarán de la papeleta. Si hay un desafío que busca cualquier gobierno es entregar el cargo a alguien de su pensamiento, no parece ser el caso.
Al gobierno le restan 16 meses para finalizar su gestión y ya habrá tiempo para balances, mirar el vaso medio lleno o la otra mitad medio vacío. El Presidente no puede conformarse con administrar lo que hay, debe poner las fichas en lo imposible, dar vuelta el signo de los tiempos. Es joven, no puede dejar que se lo lleve la ola. No se lo ve luchando por una reforma tributaria, por sacar adelante las pensiones de los viejos, por terminar con la crisis de la salud. Hasta hoy marcha al ritmo de la derecha, con las leyes de seguridad, que es importante, pero no es lo más importante para un gobierno progresista.
Seguramente necesita un cambio de gabinete, uno que discipline la gestión, que se enfoque en lo que realmente importa, uno que le haga entender a Gabriel Boric que debe callar cuando es necesario y no transformarse en una vedette. Si es necesario inmolarse frente al Congreso por los pensionados, pues que lo haga. Un Presidente en Chile tiene mucho más poder que cualquiera en el mundo occidental, solo debe utilizarlo.