Defender la democracia

Por Miguel Ángel San Martín, desde Madrid

Voy a insistir en una idea ya analizada con anterioridad, pero que se viene repitiendo machacona y peligrosamente. La Democracia está en peligro. No sólo en un país determinado, sino que en numerosas naciones donde rige el sistema neoliberal. Y me explico.

Cuando el sistema neoliberal es permeado por intereses minoritarios y entra en una dinámica de quiebre por las injusticias, inequidades, corrupciones, etc. que se van incubando en su seno, paralelamente se va desarrollando un estado de erupción popular de rechazo a tanto abuso. Entonces, aquellos sectores que controlan el desarrollo económico y social, que ven amenazados justamente sus intereses particulares, inician campañas tergiversadoras de la realidad, manipuladoras de la opinión pública, provocando una distorsión de la democracia misma.

En diversos países ha ido creciendo un sistema de “autodefensa” de la neoliberalidad, al precio que sea, con lo cual se va erosionando la Democracia que, como lo hemos dicho en multiplicidad de ocasiones, es el único sistema de convivencia social -que proviene desde muy antiguo- y que garantiza el desarrollo, el crecimiento y la paz   entre los ciudadanos.  Si ese marco de convivencia se rompe, el crecimiento y el desarrollo se detienen, mientras la paz comienza a perderse.

Insisto: esto no ocurre en un país determinado, sino que en diversas naciones donde se aprecia el surgimiento de un estado de intranquilidad social, producto de los abusos que cometen aquellas minorías que alcanzan el poder a través de campañas de terror, de mentiras y de manipulaciones.

La Democracia se debe defender con iniciativas correctoras que contengan planes de progreso, más equitativos en su desarrollo y contando con una participación más abierta y eficaz de las grandes mayorías. Se hace necesario, en consecuencia, potenciar los valores de una sociedad, inculcando el respeto mutuo, la educación cívica y los derechos que deben imperar en cualquier sociedad bien organizada y moderna.

Debemos rechazar los intentos de manipulación y tergiversación de la realidad que planifican grupos especializados, que alcanzan niveles y ramificaciones de carácter internacional y que proyectan el sostenimiento del sistema corrupto que hoy nos preocupa.  Son grupos de millonarios que contratan a expertos en psicología social y en comunicación integral. Todos ellos –obviamente- inescrupulosos, a quienes no les preocupa otra consideración más que el dinero fácil y el enriquecimiento rápido.

Basan sus programas mediante la construcción de una realidad ficticia. Utilizan la deformación de los líderes que se encumbran sobre los hombros de la gente común y corriente, utilizando para su cometido campañas masivas a través de sofisticados medios de comunicación. Desde los tradicionales, hasta los nuevos que han ido surgiendo gracias a los progresos de la cibernética. Canales abiertos y otros cerrados, subterráneos, casi imperceptibles. Las redes sociales están penetradas por estas perversas maniobras y van tejiendo una maraña de inexactitudes y desprestigios que deforman a personas y nos alteran profundamente la realidad.

Estas acciones de manipulación masiva son muy difíciles de combatir. Por lo mismo, es que debemos recurrir a la Educación, como primer elemento clave de regeneración social. Fomentar desde la más tierna infancia una escala de valores amplia, generosa y solidaria. Y, para fortalecer el sistema democrático, debemos apoyarlo con una jurisprudencia adecuada a los actuales tiempos, modernizándola y flexibilizándola a medida que se vayan desarrollando las soluciones generales a los problemas y a los anhelos de la gente.

Eso involucra la participación mayoritaria de los ciudadanos, porque no existen los “supermanes”, sino las personas conscientes, comprometidas y preparadas para encontrar iniciativas que vayan en la dirección que exigen los nuevos tiempos. Esas personas son los líderes.

Necesitamos líderes con las características ya enunciadas. Personas transparentes, consecuentes, formadas en las diversas áreas del crecimiento humano. Y con ellos alcanzaremos nuevamente a fortalecer el sistema democrático, apoyarnos en las diversas formas que dicho sistema nos ofrece para convivir, con lo cual iremos cautelando la paz social y alcanzando mejores niveles en nuestra propia calidad de vida.