Por Miguel Ángel San Martín, desde Madrid
Es necesario -y más que oportuno- que comencemos a hablar claro y fuerte. Tenemos que exigirle a nuestra clase política que se deje de distraer la atención y se dediquen, de una vez por todas, a gestionar las cosas que realmente interesan a los ciudadanos.
Es impresionante cómo el Parlamento chileno se muestra inoperante en legislar sobre las cosas que se necesitan con urgencia y, por el contrario, activan todas sus armas para hacer ruido con otras que interesan a muy pocos o sólo a ellos mismos.
Hay temas que los medios de comunicación tradicionales, que son manejados por un sector interesado en que todo se mantenga como está, califican “noticias de candente actualidad” a hechos que no son más que voladores de luces. Sólo para distraer y confundir a la ciudadanía. Son informaciones que repiten una y mil veces en las televisiones, en las radios y en los pocos periódicos que van quedando, incluso sin cambiar ni una sola letra del texto. Lo hacen machaconamente, llegando a aburrir a la gente.
Sin embargo, hay otros temas de real calado informativo y que no se mueven. Por ejemplo, en el Parlamento hay un proyecto relacionado con las pensiones que no avanza en su tramitación. Hay que recordar que el tema de las pensiones es muy sensible para un sector importante de la población. Me atrevería a decir que es uno de los motivos más certeros del llamado “Estallido Social” de octubre del 2019. Una demanda demasiado justa para la dignidad de nuestros mayores. Y la “prensa” no se digna en buscar las razones que preocupan a la gente
Tampoco se habla de actualizar la legislación referida a la Seguridad Ciudadana. Desde el Gobierno se hacen esfuerzos para combatir la delincuencia, utilizando los medios con que cuenta, pero le falta el respaldo legislativo para que los Tribunales de Justicia operen con mayor rigor y eficacia. En los ya referidos medios de comunicación tradicionales se informa de una cantidad enorme de actos delictivos, en circunstancias que las estadísticas oficiales son muy inferiores. ¿A qué se debe esto? ¿Manipulación para asustar a la gente? ¿Con qué fin? Seguramente por intereses políticos para gastar al Gobierno, sea del color que sea.
Hay una cantidad significativa de temas que requieren con urgencia un tratamiento parlamentario. Temas que profundizan las desigualdades, que permiten abusos, corrupciones e injusticias. Que nos alejan más aún en las inequidades que nos ofenden. Y hay que decirlo fuerte y claro.
La composición política del Parlamento mantiene un empate que, practicando el “jugo político”, se carga hacia uno u otro lado. Con esto, cualquier gestión gubernamental queda mediatizada, ralentizada, minimizada. ¿Y quiénes resultan perjudicados? Los ciudadanos, por supuesto. Las grandes mayorías nacionales.
Por lo tanto, se hace imprescindible exigirle a los partidos políticos y a sus representantes parlamentarios, que apliquen la democracia con efectividad, con certezas y con amplitud de criterios. La verdadera democracia necesita diálogo, intercambio de ideas, incluso discusión con fundamentos para alcanzar acuerdos y poder avanzar. Los consensos son necesarios justamente para avanzar en la línea del bien común, en conseguir las respuestas oportunas a las demandas ciudadanas.
El concepto primario de que al rival hay que anularlo para que no haga nada, no vale. Porque la ciudadanía les entregó su confianza para que trabajen en función del bienestar de todos por igual. Quien pone el palito en la rueda a los gestores, es aquel que no tiene sentido de sociedad amplia y generosa. Es demostrativo de su desconocimiento de lo que significa la palabra Democracia, no entiende el sentido que tiene, ni sabe el por qué es la mejor forma de convivencia social inventada por la inteligencia humana.
Por todo eso y por mucho más, debemos hablar claro y decirle a la clase política que ¡basta ya! Que dejen de trabarse en cuestiones pequeñas relacionadas con sus intereses personales o de sus grupitos.
Los ciudadanos están cansados de tanta inoperancia y desfachatez. Y lo van a cobrar a través del camino que les indica la democracia, y no es otro que el de las urnas. Si siguen así, les van a aplicar el voto de castigo.