Seis extranjeros en cancha

Por Álvaro Lara, periodista

Por estos días de fiestas, el fútbol chileno no se juega en las canchas, pero vive días febriles en las oficinas y escritorios de los gerentes deportivos o de quien tenga la atribución de realizar la contratación de jugadores para el año que ya se inicia.

La tarea es ardua, intensa, el margen de error es mínimo y los presupuestos, extrañamente, no son acotados, aunque sí lo parezcan respecto de otros países, incluso de Sudamérica, pero son bastante generosos para el mercado laboral del país.

Y en medio de toda esta fiebre de contrataciones, se reunió el más alto estamento del balompié nacional: el Consejo de Presidentes de Clubes, el que rechazó la propuesta del Directorio -elegido por el mismo Consejo- en cuanto a establecer como máximo la contratación de 5 extranjeros por club. El Consejo determinó por mayoría que fueran seis.

Conocida esta decisión, el Sindicato de Futbolistas Profesionales (SIFUP) levantó las banderas para protestar exigiendo que el máximo fuera sólo de 5 foráneos, tal como ha sucedido en el último tiempo.

Amenaza la gremial de los jugadores con un paro si acaso se mantiene la media docena, lo que por ahora no resulta ser más que una bravata dado que la competencia recién comenzará en la segunda quincena de febrero.

Pero lo peor de todo es que, pudiendo tener razón en su demanda, los argumentos que dan son paupérrimos, a saber:

“El Consejo de Presidentes no realizó un estudio previo”: es que no cabe ninguna duda que sí lo hizo. El citado Consejo hoy por hoy está compuesto por unos cuantos representantes de jugadores y empresarios que, sumando y restando, ven totalmente a favor de sus cuentas corrientes el hecho que se permita un mayor número de jugadores de otros países, esto vía triangulaciones, contratos fantasmas y acuerdos de discutible legitimidad. Es decir, el solicitado estudio sí está hecho.

Dice el Sindicato que “no pueden existir más extranjeros que chilenos”. Buscándole la vuelta a la horrible redacción de ese párrafo quizá se refiera a que si juegan 6 extranjeros simultáneamente en un equipo serían mayoría respecto de los chilenos, lo que matemáticamente es cierto, tan cierto como que en cualquier plantel de 20 jugadores en ningún caso 6 serán mayoría.

Agregan que “esto afecta a la selección nacional y al desarrollo de los futbolistas” apuntando ahí a una circunstancia tan relativa como intangible, desaprovechando la oportunidad de exigir que cualquier extranjero que venga cumpla con determinados requisitos, como por ejemplo haber jugado un número x de partidos por la selección de su país, o tener en su registro algún título de campeón.

Y más adelante se aferran infantilmente a un cuadro comparativo publicado en redes sociales que muestra la cantidad de extranjeros que se permite en cada campeonato nacional del continente, el que contradictoriamente apoya la decisión de los presidentes: en dicho cuadro se muestra que Ecuador, el más emergente país de la región -en términos futbolísticos, claro está- admite la friolera de 8 jugadores foráneos por equipo

En contraste, dos países cuyos equipos y selecciones hace rato andan a los tumbos en competencias internacionales, como son Perú y Paraguay, permiten sólo cuatro.

Podríamos seguir en este ida y vuelta de sinrazones… y usted escuchará a una parte y quizá le encontrará la razón, luego escuchará a la otra y tal vez también tendrá la razón, pero lo menos que se le pide a una y otra son argumentos sólidos, cuentas claras y sensatas, razones deportivas basadas en lo empírico, no en suposiciones, a fin de establecer un torneo competitivo, de buen nivel futbolístico, que al fin y al cabo permita una mayor proyección del fútbol chileno.