El vaso medio lleno

Por Miguel Ángel San Martín, desde Madrid

Confieso que esta columna la quise escribir el lunes pasado, nada más conocerse los resultados del último proceso plebiscitario en Chile. Y la iba a titular “Y ahora ¿qué?”.  Sin embargo, comencé a escuchar  falsos comentarios de unos y otros celebrando sus respectivas “victorias”. Unos alabando la Constitución de Pinochet. Otros, festejando haberle “parado los carros” a la ultraderecha, que arrastra a la derecha.

Detrás de todo ese “ruido” mediático, pretendía esconderse un halo de amargura, de frustración, de retroceso. Porque predomina en el ambiente un sentimiento de derrota, de culpa por no haber sido capaces de sacar adelante una nueva Constitución para Chile.

Yo veo, desde mi permanente optimismo, un paisaje más positivo. Porque creo que hemos avanzado mucho gracias a los tropezones. Por ejemplo, hemos aprendido que no podemos actuar sólo pensando en nuestra propia conveniencia. Debemos abrirnos con generosidad a las ideas ajenas, tratar de entenderlas y de compararlas con las nuestras. Ver dónde hay posibilidades de encontrar cercanías y conseguir acuerdos. Hemos aprendido que, para avanzar, nos necesitamos todos, que no podemos seguir ahondando la brecha que nos separa, porque eso nos hace daño, nos paraliza y nos empobrece.

Hemos transitado cuatro años de experiencias, pero no debemos ser “negativistas”, porque las cosas no llegaron a buen puerto. Debemos detenernos, enterrar nuestras agresividades y analizar con sentido autocrítico lo que nos ha pasado. Y de ello, sacar las conclusiones positivas que estos cuatro años han tenido. ¿Volvemos al punto de partida?, ¡sí!, pero ahora estamos más preparados para no tropezar en lo mismo.

Sabemos que la clase política no ha sabido interpretar correctamente cuál es la forma de salir de la crisis provocada por las divisiones que nos incitaron durante la dictadura.  Nos hemos mantenido en esos elementos que nos alejan, basados en las desigualdades, los abusos, las corrupciones y las injusticias. Y ahora sabemos que esos elementos son los que benefician sólo a una casta social, a una minoría que nos maneja mediante la utilización de malas artes, como lo es la mentira constante que transforma la realidad en algo ficticio.

Muchos son envueltos en tales mentiras o los obnubilan con farándula grotesca con actores burlones. Y para mantener la atención de tales “trampas televisivas”, lo mejor es potenciar la ignorancia, el golpecito en la espalda o la mueca como sonrisa.  Todo eso lo hemos aprendido en estos cuatro años pasados.

Creo en el “vaso medio lleno”, porque somos gente inteligente, que sabe ver por dónde camina, qué es lo que pisa y hacia dónde se dirigen sus pasos.  Y, lo más importante, que sabe reconocer sus errores. Por lo tanto, voy a repetir argumentos que he utilizado en estas columnas, desde hace tiempo. Por ejemplo, voy a decir que no nos gustan los extremos. Y que hemos comprobado que no avanzamos si seguimos divididos.

Debemos hacer oídos sordos a las campañas del terror, de la mentira y de la farándula que se emiten cotidianamente en las redes sociales. Y debemos exigirle a la clase política que recupere sus funciones que la Ley les confiere. Que escuchen los clamores de la gente exigiendo los cambios urgentes, prioritarios. Los partidos políticos deben recuperar su esencia, la que les impone la Democracia. Pero deben hacerlo limpiando sus estructuras y sus acciones, abriéndose a los nuevos liderazgos y reponiendo sus principios para recuperar credibilidad. Por lo tanto, deben sacudir las alfombras y limpiar la basura de la corrupción.

Debemos analizar en profundidad lo que necesitamos ahora mismo y estrechar la enorme brecha de la desigualdad social. Además, recuperar el diálogo informado, el intercambio de ideas y la búsqueda de los consensos. Podemos y debemos reconstruir la grandeza de nuestra Patria, recuperar la sonrisa de nuestra gente y la felicidad de todos.  Con pedradas y acciones agresivas, no conseguiremos más que destrucción y pobreza.

En definitiva, debemos mirar lo que hay detrás de lo que nos quieren hacer ver a través de los medios de comunicación controlados interesadamente. Y debemos darnos cuenta de que, con unidad, podemos levantarnos y caminar juntos con la vista alta de futuro, con la confianza de que reanudaremos una marcha segura de progreso, de igualdad y de derechos ciudadanos respetados.