EDITORIAL: El costo de la vida al alza y la política a la baja

Una buena y otra mala. La inflación cede, pero no como se proyectaba. El Instituto Nacional de Estadísticas informa que en noviembre el Índice de Precios al Consumidor, IPC, subió un 0,7%, más alto de lo que esperaba el mercado y dando una alerta al Banco Central, que el día 20 de diciembre se pronunciará sobre la tasa de interés.

La inflación ha venido disminuyendo paulatinamente luego del año 2021, cuando los retiros desde las AFP inyectaron unos 30 mil millones de dólares al mercado, desatando la especulación y las alzas de precios. En buenas cuentas, la demanda sin límites hizo que los productos subieran y el dólar trepara sobre los $1.000, generándose la tormenta perfecta, dada la dependencia absoluta que tiene nuestra economía de la importación del petróleo.

El ministro de Hacienda, Mario Marcel, quien salió de la presidencia del Banco Central para asumir las finanzas del Estado, lo ha hecho bien. Las variables que maneja en la caja fiscal no son las que él quisiera, sin duda, pero la economía no sufrió la recesión que algunos analistas proyectaban para este año, aunque el crecimiento será cercano a cero.  Se ha empeñado en sacar adelante un Pacto Fiscal que lleve al país a lograr acuerdos en pensiones, seguridad y salud, básicamente, para lo cual ha propuesto un conjunto de medidas de eficiencia y transparencia en el gasto, e impuestos a los más altos ingresos.

La oposición no ha dado su brazo a torcer y llegará el tercer año de Gobierno sin poder ayudar a los pensionados, con serios problemas de seguridad y estrujando al personal de la salud. La derecha no quiere más impuestos y le responde a Marcel que no habrá Pacto Fiscal.

Así, el gran problema que tiene Chile es la falta de acuerdos. Probablemente será rechazada la propuesta constitucional el 17 de diciembre y el país deberá buscar cómo reencontrarse. La política no tiene el nivel que alguna vez tuvo en Chile (ni en nuestra región), y ese es el mayor peligro para la democracia. La derecha ha sido arrastrada por la ultra derecha y, en el otro extremo, el centro se ha diluido hacia una generación más joven de izquierda que gobierna dentro de las reglas, pero donde los votos no le alcanzan.

Las chilenas y chilenos deberemos dar una vuelta al sistema político, tarde o temprano. No podemos elegir cada 4 años un parlamento de un signo y un gobierno del otro, eso es esquizofrénico. No podemos ser Argentina, pero para allá vamos. Si la derecha gana, pues que tenga mayoría en el Congreso para realizar su programa. Chile ya tuvo 17 años un gobierno de derecha y sabe lo que ello significa (educación con voucher, isapres y afp).

Las chilenas y chilenos tenemos una tarea grande por delante: reencontrarnos en una comunidad con objetivos claros, con sanciones ejemplares para los empresarios que se coluden y evaden, con mayores penas para los que les facilitan la ruta, léase abogados y funcionarios públicos; con los hijos estudiando y los jóvenes preparándose para un futuro digno; con los «viejos» disfrutando su jubilación, con los adultos seguros de llegar a sus casas o ir al trabajo sin ser asaltados.

Las chilenas y chilenos tenemos todavía un país que puede salir del subdesarrollo, sólo nos lo debemos proponer.