Por Miguel Ángel San Martín, desde Madrid
El beso no consentido del Presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a la seleccionada nacional hispana Jeniffer Hermoso, ha revolucionado el mundo del fútbol. Pero no sólo al estamento deportivo, sino también al político, sacudiendo los cimientos internacionales de las estructuras del popular deporte.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional de Justicia ha recibido seis denuncias considerando el beso de Rubiales como “un delito contra la libertad sexual de la futbolista”. Y, además, hay una que señala que “existe exhibicionismo obsceno ante menor de edad”, refiriéndose al gesto del Presidente de la Federación tomándose los genitales en el palco, en presencia de la Reina de España y de su hija, la Infanta Sofía.
Rubiales ha sido sancionado temporalmente por la FIFA con una inhabilitación total por 90 días, pero le ha abierto expediente que le podría significar una sanción muy mayor. Los estamentos españoles también están a la espera del pronunciamiento del Tribunal Administrador del Deporte (TAD), organismo que ha recibido denuncias del Gobierno por violación de varios artículos de los documentos que rigen la actividad deportiva en general. La decisión del TAD no se había producido en los momentos en que escribía este artículo.
La Real Federación Española de Fútbol, que ahora está presidida circunstancialmente por su Vicepresidente, Pedro Rocha, ha censurado las actuaciones de Luis Rubiales y ha pedido su dimisión. No ha adoptado medidas más drásticas, pero se sabe que está preparando una moción de censura para sacarlo del cargo, fundamentalmente porque no se ha notado en el inhabilitado Presidente su voluntad de dimitir.
El inoportuno caso, en plena euforia por haber obtenido la Selección Femenina de España el título mundial en el reciente campeonato celebrado en Australia y Nueva Zelanda, no sólo se ha convertido en un escándalo mayúsculo, sino que, además –a instancias de la ONU Mujeres- se ha abierto un serio movimiento por el término de la discriminación y la desigualdad entre hombres y mujeres en el deporte mundial.
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, luego de expresar su solidaridad con la jugadora española, señaló que “es necesario que este caso marque un punto de inflexión en el mundo del deporte”
En España, la Vicepresidenta Segunda del Gobierno y Ministra del Trabajo, Yolanda Díaz, inició una campaña exigiendo la renovación total de los órganos que representan al fútbol en España, denunciando el machismo abusador predominante. Pero, además, presentó las diferencias del salario base entre el fútbol femenino y masculino en España. “No es casual que el Convenio de las mujeres fije un salario base de 16 mil euros, en tanto que a los hombres lo fija en 180 mil”.
La abogada Amanda Gutiérrez, Presidenta del Sindicato de Futbolistas Profesionales de España (Futpro), coincidiendo con la Vicepresidenta, señaló que “este es un problema estructural, es el sistema de organización del fútbol y debe centrarse el foco en terminar con los problemas que sufren cada día las futbolistas”.
En otros países también se ha oído a importantes personalidades, en la misma línea, apuntando en la necesidad de terminar con los abusos machistas y profundizar en la igualdad de géneros. Por ejemplo, la Ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, quien ha considerado inaudito y censurable el hecho, reclamando también cambios en las estructuras del deporte en general. Las futbolistas integrantes de la Selección femenina de Estados Unidos, en una declaración pública firmada por todas, también hace alusión a la necesidad de terminar con el machismo excluyente y maltratador.
En definitiva, un gesto de prepotencia y de abuso protagonizado por el máximo dirigente del fútbol profesional español, en un momento de gloria del equipo femenino ibérico y en el palco de las autoridades, nos demuestra que no sólo en este país, sino que, en muchos más, se debe hacer cambios profundos que no sólo signifiquen mayor igualdad en la representación por sexo, sino que también limpien las estructuras caducas y dignifiquen la actividad deportiva en todo sentido.