Combatiendo las mentiras, avanzaremos en paz

Miguel Ángel San Martín. Periodista, especial para Desenfoque

 

 

La mentira está copando la política. Ocurre en todas partes del mundo, pero en Chile se está notando mucho, demasiado quizás. Son las “fakenews”(Falsas Noticias) que conocimos en los Estados Unidos, especialmente en la etapa de Donald Trump.

Las maniobras electorales de Trump comenzaron en el año 2000, cuando buscó la nominación presidencial del Partido Reformista. Lo intentó nuevamente en el 2012, pero como republicano, pero desistió antes del proceso electoral. En junio de 2015 anunció su candidatura para las elecciones del 2016, y se convirtió en favorito entre los 17 candidatos en las primarias republicanas, quienes suspendieron sus respectivas campañas en mayo del 2016. Entonces, Trump fue nominado en julio. Realizó una campaña muy novedosa a través de los medios de comunicación. Llamó la atención interna en Estados Unidos y a nivel internacional, por sus entrevistas, mensajes a través de las redes sociales y en las manifestaciones, debido a la gran polémica que generaba.  Quedó claro que hablaba basado en noticias falsas, mentiras y ofensas gratuitas.

Trump no consiguió engañar al voto popular, perdiendo por unos 3 millones de votos. Sin embargo, ganó las elecciones generales frente a Hilary Clinton, gracias al sistema de “Colegio Electoral” existente en aquel país. Gobernó de la misma forma y la oposición le fue minando su base, recurriendo a algo tan simple como la denuncia ante los tribunales de justicia. Y perdió su reelección.

Hasta el día de hoy, estando sometido a proceso judicial, el millonario ex Presidente de Estados Unidos continúa con su campaña de mentiras y manipulación a través de los medios que puede controlar.

Ese sistema comunicacional, puesto al servicio de políticos y de empresarios inescrupulosos, no es  algo nuevo. Ya los nazis lo utilizaron. Fue Joseph Goebbels, Ministro para la Ilustración Pública y la Propaganda y mano derecha de Adolf Hitler, quien dijo “Miente, miente, que algo quedará. Cuanto más grande sea una mentira, más gente la creerá”.

En España, las mentiras también han sido (y aún son) usadas con fines políticos. Por ejemplo, el 11 de marzo de 2004 se produjo una serie de atentados terroristas en cuatro trenes de la Red de Cercanías de la Comunidad de Madrid. En un lapso de 4 minutos estallaron diez artefactos explosivos en los citados trenes, atestados de gente. Fallecieron 193 personas y 2.057 resultaron heridas.

Utilizando la tragedia con fines políticos, el Gobierno del derechista José María Aznar acusó al movimiento vasco ETA como el autor del hecho.  Justamente, en tres días más, se efectuaban las elecciones generales y estaba finalizando el período de  campaña electoral. El Gobierno quiso aprovecharlo en su beneficio, pero quedó en evidencia en pocas horas cuando se descubrió que el atentado era obra de un comando yihadista, como represalia por la participación de España en la Guerra de Irak.

Esa mentira le costó caro al Partido Popular. Ganó el socialista José Luis Rodríguez Zapatero por casi el 5% de diferencia en los votos.

En estos momentos, algo parecido le está sucediendo a la derecha española. Desarrollando una campaña plagada de noticias falsas y cuando todo presagiaba una victoria holgada de su líder, Alberto Núñez Feijoo, en las elecciones generales del recién pasado 23 de julio, el Partido Popular, junto al ultraderechista partido Vox, no alcanzaron la mayoría absoluta en el Parlamento, pese a haber sido el PP el partido más votado. El PSOE puede revalidar el gobierno de Pedro Sánchez, como líder de un amplio pacto en el Parlamento de la izquierda con representantes de las Comunidades Autónomas (Regiones).

Hoy, en Chile se vive una situación similar. Con la ventaja de la derecha y la ultraderecha debido a su enorme poder mediático. Controlan la mayoría de los canales de televisión, de la prensa escrita y de las radios de alcance nacional. Además, han desarrollado un inmenso entramado de redes sociales, desde donde nacen las mentiras que alteran la actividad política nacional.

Cada noticia falsa surge de las redes sociales, las respaldan personajes públicos y las asumen como verdad absoluta en los demás medios de comunicación. Son mentiras que, al ser repetidas una y otra vez, se transforman en falsas verdades. Y los políticos y comentaristas que se prestan al juego, van conformando una realidad ficticia.

Ese sistema es peligroso. Quienes lo practican están atentando contra la democracia. Se preocupan solamente de sus intereses personales o de grupos, sin pensar en que están profundizando una polarización peligrosa en nuestra sociedad. Es importante, en consecuencia, que la gente esté atenta para no ser permeada o intoxicada con mentiras. Es importante defender la Democracia, porque es el único sistema de convivencia social en paz, en el cual nuestras voces son escuchadas y nuestras opiniones son válidas para el conjunto de la sociedad.

En definitiva, el pueblo sabrá identificar a quienes mienten y por qué lo hacen. Y lo van a hacer para que los Tribunales de Justicia actúen con decisión y podamos, de una vez por todas, limpiar nuestra convivencia y avanzar con paso seguro hacia un futuro lleno de esperanza, desarrollo y paz.