¿Cambio de Gabinete?

Un cambio de gabinete del Presidente es algo que parece alejado de la realidad en el segundo piso de La Moneda.

Si la UDI no hubiese puesto como condición para sentarse a la mesa de pensiones la salida de Giorgio Jackson, tal vez ya se habría producido. Si no se hubiese puesto como condición cualquier reforma en carpeta a la renuncia del ministro de Desarrollo Social y Familia, probablemente él mismo habría renunciado, aunque no tiene responsabilidad administrativa ni menos penal en el caso Fundaciones o Convenios. Sí, alguna responsabilidad política le cabe en su partido, Revolución Democrática, pero hoy es un militante más y no ejerce cargo alguno desde que lo fundó.

La campaña de la derecha, apoyada por El Mercurio y La Tercera, ha sido despiadada, al punto de dar cobertura a propósito de especulaciones, intrigas de pasillos y digitadas por pauta desde los organismos de la ultraderecha, pero le ha dado resultados. Las mismas encuestas semanales de esos sectores se encargan de preguntar a la gente, luego de sostener la «noticia» todos los días, si apoyan la salida de Jackson.

¿Todo esto da para un cambio de gabinete? claramente, no. Sin embargo, la derecha tiene la sartén por el mango y está dispuesta a dejar a la tercera edad sin mejorar sus pensiones y, ahora, sin tocar a las AFP.

Entonces, ¿ello quiere decir que sin Jackson en el gabinete el panorama cambiaría? Tampoco, sería una jugada macabra de la política y en ello el Presidente no tendría más que renunciar, que sería el próximo paso que daría la ultraderecha, tratar de declararlo interdicto. Ni siquiera una salida voluntaria del ministro sería creíble, dejando al Mandatario en una posición muy frágil.

En estos días hay que enfrentar el acoso de la UDI y de Republicanos, que tienen una disputa de hegemonía entre ellos. La UDI contra la estabilidad del presidencialismo y los republicanos contra la Constitución, buscando retrotraer al Siglo XIX los derechos universales que consagra la Carta Magna.

Los 35 días que quedan para el 11 de septiembre serán un calvario para el gobierno, luego de lo cual podrá salir a flote con la llegada de la primavera. Ahí, recién, se podría pensar en un ajuste de gabinete, cuando estén encarcelados algunos de los y las operadores políticos de fundaciones y convenios, entre los que no se encuentra ningún ministro de Estado.

El Presidente Boric, tal vez por su edad y su estilo dialogante, le repulsa ser duro en su discurso, pero no debería obviar que la derecha y la ultraderecha están envalentonados desde el 4 de septiembre, amenazando la convivencia en Chile, cuya sociedad es de centro y no le gustan los conflictos, menos cuando estos se perpetúan, y ya llevamos 4 años desde el «estallido» y uno desde el plebiscito, donde de fondo no se ha solucionado nada o casi nada de las demandas sociales. Claro, no es fácil golpear la mesa ni menos cuando te ven débil, pero habrá que hacerlo si quiere acercarse al 40%, un voto duro que cualquiera no lo tiene.

Sin duda, ello se debe al trastorno bipolar de nuestro electorado, que vota a favor de la derecha en el Senado y  a la izquierda en la Presidencia de la República o viceversa, lo que no cuaja hace hace rato en la política chilena. Se suma el travestismo político, sobre el cual algunos parlamentarios hacen gala de su ineptitud para dar la pelea en sus partidos, sucumbiendo a la figuración por la figuración, fraccionando todavía más la representación que dicen tener de la gente.