La difícil unidad de las izquierdas

Por Miguel Ángel San Martín, desde Madrid

No es fácil conseguir unidad en los partidos y movimientos de izquierda. En todas partes ocurre lo mismo. Sabemos que quienes profesan ideologías de izquierda, a la hora de conformar bloques unitarios, encuentran grandes dificultades para lograrlo.

Los grandes problemas surgen en el momento de priorizar ideas, anhelos o principios. Y los matices de cada grupo sobre un tema específico, se transforma en cuestión prácticamente insalvable. Como que una corriente principista les atenaza y les hace inflexibles para ceder y hacer posibles los cambios que la sociedad necesita.

También surgen problemas con los caudillismos o personalismos existentes en las cúpulas de los diversos grupos que, por afán de figuración o de cuotas de poder, tuercen las posibilidades de acuerdos generales, programáticos o coyunturales para avanzar en tramos superiores de acción.

Aquí, en España, se está viviendo en estos mismos momentos una situación muy especial. Ante los resultados negativos para la izquierda en el proceso de elecciones autonómicas (regionales) y municipales, el Gobierno de coalición, encabezado por el socialista Pedro Sánchez, vio cuestionada su continuidad y dio un golpe de efecto brutal disolviendo las Cortes Españolas y adelantando las elecciones generales para el 23 de julio próximo, casi medio año antes del plazo legalmente establecido.

Los cálculos que sustentaron tamaña iniciativa política están basados en que, de un padrón de alrededor de 36 millones de volantes, sólo acudió poco más del 60%. La abstención era mayoritariamente de izquierda, al comparar los resultados de elecciones anteriores. Además, la diferencia entre el PSOE y el Partido Popular (PP), principal opositor de la derecha, no fue tan significativa.

Era evidente que la derecha había movilizado a sus votantes y les había pedido concentrar sus preferencias. La izquierda, convulsa y desunida, había provocado una desorientación en su electorado que prefirió quedarse en casa. Por lo tanto, si se quiere volver a repetir un gobierno de coalición y progreso, debe unirse y concentrar sus votos en un máximo de dos bloques.

Los diversos grupos a la izquierda del PSOE han comenzado a reunirse para componer un solo bloque que vaya unido al PSOE. Han conseguido el objetivo, pero muy a regañadientes y con recriminaciones públicas que han llenado páginas de la prensa, mayoritaria de la derecha. En el camino han quedado heridas serias y un tufillo de insalvables diferencias. La tarea no se presenta fácil para enfrentar el proceso electoral con una gran movilización del electorado. Los esfuerzos deberán ser mayúsculos.

La conclusión está clara: mientras la derecha no tiene dificultad en unirse en torno a los intereses que le son comunes, la izquierda se pierde entre los matices que les alejan del practicismo, sumidos en un principismo obsoleto y en falsos liderazgos. ¿A quién beneficia esta situación?

Recuerdo las enseñanzas de un estratega práctico y genial, el general vietnamita Vo Nguyen Giap. Participó en dos guerras, la de Indochina (1946-1954) y la de Vietnam contra Estados Unidos (1955-1975). En esta última, desarrolló las políticas de alianzas en el seno de su propio pueblo, con un acierto total. Primero, los unió en torno a “todos contra el invasor”. Después, cuando se retiraron los norteamericanos, practicó el “todos contra quienes colaboraron con el invasor”. Y mantuvo unido a su pueblo hasta nuestros días en un proyecto gubernamental tranquilo y en constante progreso. Parece fácil, pero a la luz de lo que ocurre en nuestros países en la actualidad, da la impresión de que no lo es.