Por Sergio Velasco de la Cerda.
“El liderazgo es una serie de comportamientos, y no un papel de héroes” Margaret Wheatley, escritora.
Betsabé Salas Melelli, fue una dirigente social excepcional, que partió inesperadamente. Una poderosa llama que se extinguió, dejando de entregar calor, amistad, optimismo y fe, frente a cualquier obstáculo que se le opusiera.
Un tránsito doloroso entre la existencia y la no-vida, permanecerá un espacio vacío que jamás podrá llenarse, por más que asomen recuerdos bellos que vengan a la memoria.
Será un ejemplo, digno de imitar, una mujer pobladora, que aprendió a liderar desde la base misma, haciéndose respetar por la fuerza de sus convicciones, “ayudar hasta que duela. Solo así podré estar tranquila conmigo misma», nos repetía, con una sabiduría propia de una madre, que trajo tres hijos, ellos nacieron para ser felices, libres, con esperanza, en días mejores.
Betsabé fue una líder, y hoy reflexiono al ver como se desprecia el talento al reinar tanta discriminación en mi país, donde la mujer saca la peor parte.
Cuando aún no llegaban los vientos del feminismo, su potente voz recorría los cerros de San Antonio, organizando a las pobladoras en los Centros de Madres, desafiando a la dictadura militar en su propia cara. Era una guerrera imparable, con una energía contagiosa y sabiduría innata.
Electa por sus pares, presidenta por sus reconocidas condiciones de defensora de la persona, sin distingo alguno. Rebosante de alegría, cuando con enorme sacrificio obtiene su licencia media. No lo pudo hacer antes. Trabajaba, para que sus niños también lograran educarse. Todos salieron con cartón bajo el brazo. Ingenieros de la Universidad Técnica Federico Santa María, logro que la llenaba de orgullo.
Nunca ambicionó cargo alguno. Menos prebendas económicas, despreciaba a los y las mercenarias de la política, denunciando abiertamente a todo pulmón a los corruptos, que roban del erario nacional.
Nos hacen falta muchas mujeres dirigentas como ella, que las hay, valientes que velen por los escasos recursos, que dilapidan los inescrupulosos de siempre, dejando múltiples obras sociales inconclusas.
Betsabé fue una de las creadoras de MIEL, mujeres por las elecciones libres. Partió a su casa cuando contó el último voto que le dio el triunfo al “No”, lo que permitió la vuelta a la democracia, un compromiso inalterable, muy propio ella.
La última batalla que no pudo ganar la dio contra el cáncer de mamas. Falleció horas antes que el Consejo Municipal de San Antonio, por unanimidad, le otorgara el reconocimiento de Ciudadana Distinguida. Este galardón seguramente habría contradicho su espíritu, de humildad y de caridad cristiana.