No Entrar

Que te llame la atención el Presidente de la República es para ponerlo en un marco, es la primera autoridad del país.

La última vez que me llamaron la atención fue en el liceo, porque me negué a ir a marchar el día que Pinochet volvía con viento fresco de su frustrado viaje a Filipinas. La directora ingresó a la sala y me dijo: «Tú, que eres alto deberías encabezar el colegio». Mientras insistía y me doraba la píldora le dije que no podía ir, pero ante su insistencia fui enfático: «No señora, yo no desfilo para dictadores ni asesinos». Desencajada con mi respuesta delante de todo mi curso, y mientras al profe jefe le tiritaba la pera (y yo me daba por expulsado), me citó a su oficina antes de entrar a clases el día martes, pero no pasó a mayores.

Muchos años después fui increpado por el famoso ministro Juan Guzmán Tapia (Q.E.P.D.), a quien había seguido a Europa y, por sus dichos en España la Suprema le llamó la atención. En medio de un asedio periodístico en los pasillos de los tribunales, el juez perdió la compostura y, abriéndose paso entre los colegas, me dijo: «Por su culpa la Corte me llamó la atención». Una vez más la culpa era del mensajero. No le respondí, porque este era una gran persona y se notaba desencajado. Siempre nos encontrábamos paseando a nuestros perros en el San Cristóbal, él a su pastora alemana y yo a mis Tukis. Siempre tuvimos un trato cordial.

Pero que te llame la atención la primera autoridad del país es cosa seria. Yo me sentiría hasta honrado de ser sujeto de tamaña atención, más todavía si es cumpliendo el deber de informar que tiene todo reportero.

El Presidente tenía la puerta abierta de su despacho y un fotógrafo de Agencia Uno lo captó leyendo una pantalla del PC. Don Gabriel salió, bajó las escaleras y le representó al reportero que ese era su espacio privado. Le extendió la mano y hasta ahí llegó la reprimenda.

Luego, se abrió el debate si era o no un espacio privado, si La Moneda tiene espacios privados y si el Presidente cuando sale de su casa deja de estar en un espacio privado.

Yo creo que ni tanto ni tan poco. Cuando se corren las cortinas, es privado. Cuando se abren es público. Por ejemplo, si el Presidente le diera un beso apasionado a Irina en La Moneda con las cortinas abiertas, supondría que es posible ser oteado, y sería noticia si ello excediera del beso casi protocolar y fuese un ósculo prolongado captado por la TV. Si la puerta y las cortinas estuviesen cerradas, pues nadie se enteraría. Por tanto, lo público es todo aquello que interesa a la comunidad sobre lo que hacen las autoridades, en este caso, la primera autoridad del país.

¿Qué pasó cuando parlamentarios fueron sorprendidos en el hemiciclo viendo páginas con chicas en paños menores?

De eso se trata el periodismo, como decía un profesor, la noticia está del otro lado de la puerta que dice «no entrar».

Fotografía Agencia Uno