EDITORIAL: La Carta de Punta Peuco

El Presidente de la República ha entendido cuál es el juego del poder. En su primer año de gobierno hubo una serie de hechos que podían catalogar su gestión con cierto grado de candidez. El viaje de Izkia Siches a Temucuicui fue parte de ese diseño que terminó por minar su poder, apenas iniciado su periodo. No tenía antídotos para detener la crisis que se desató tras la huida a balazos que protagonizó la ministra del Interior. Desde ahí hasta septiembre fue un calvario para la ministra y el Presidente.

Su honestidad le ha llevado a reconocer cómo ha cambiado desde que era diputado hasta ahora, que ha transitado desde el legislativo hacia el ejecutivo. Por ejemplo, el apoyo a los retiros de fondos desde las AFP cuando era legislador al rechazo ahora, aunque argumenta su accionar entonces, dada la necesidad de ayudas a la gente cuando el gobierno de su antecesor no reaccionaba.

Hoy estamos en el segundo año de su gestión y el Presidente ajustó su gabinete. Toda acción requiere un diseño estratégico y hasta ahora no se ha visto. Una clásica es la vocería del bueno y el malo.  En el diseño de esta semana el bueno fue el ministro de Justicia, quien dijo que “el penal de Punta Peuco no es un penal que podamos cerrar, es un penal que podríamos optimizar”, pero el Presidente señaló: “no lo descarto, pero no lo voy a anunciar por la prensa antes, eso es algo que se tiene que sencillamente realizar, y si es que sucede se enterarán en ese momento”.

El Gobierno está entendiendo lo que es tener poder y utilizarlo a su favor. Si hay algo que da urticaria a la oposición es que le cierren Punta Peuco. Hay varios que van al norte de Santiago a visitar a la población penal que ahí cumple condenas por crímenes de lesa humanidad, y tener que acercarse a recintos comunes no les sería tan fácil.

En este diseño hay algo de justicia, que debe ser igual para todos, y también algo de Maquiavelo (sin consideraciones éticas), pero así es el poder. Cuánto me das cuánto te doy. Si Piñera cerró Cordillera al final de su primer mandato, sin que tuviese apremio, Boric puede hacer lo mismo con Punta Peuco. Por el momento puede exhibir esta carta y juntar otras. Este año tenemos dos votaciones, el 7 de mayo y el 17 de diciembre, y lo que vote el Presidente puede influir en los resultados.

Gabriel Boric necesita ejecutar su programa y la derecha debe entender que la gente lo eligió con una amplia mayoría. El Congreso Nacional debe responder a sus electores y fomentar el diálogo “hasta que duela” decía el padre Hurtado, en referencia a la necesidad de ayudar a los pobres. Y es la gente más pobre la que sufre el desencuentro de los actores políticos.

Si la oposición accede a las reformas en tributos, royalty, pensiones, salud, pues prevalecerá la opción del bueno, pero si se le niega la sal y el agua se producirá la diáspora de un centenar de condenados que tienen un régimen digno, que no goza la mayor parte de la población penal de Chile.