En reflexión

columna

En este día previo a aquel en que deberemos ir a marcar nuestra preferencia, en que se suspende la propaganda y se supone, todo tipo de manifestación en favor de una u otra opción (que gane el apruebo o pierda el rechazo me decía un amigo), le llaman período de reflexión, es decir, ese tiempo que nos debiéramos tomar para considerar con detenimiento ese algo que se nos viene y tratar de entender y analizar el porqué de lo que estamos decidiendo.

Cierto, es mucho pedir, porque en decisiones binarias como esta, pesa más la historia, el grupo de pertenencia, esa disposición o tema que definitivamente no me gustó y refuerza la idea ya madurada de que todo está malo o, por el contrario, que dada la forma en que se abordan algunas materias que resultan particularmente atractivas y novedosas, lo demás se puede arreglar.

Pero debemos reflexionar, por último, como ejercicio, aunque sea para tener alguna respuesta frente a la posición ya adoptaba por mi vecino, mi vieja, o mi distinguido (a) contradictor(a), cualquiera este(a) sea.

Entonces, como Serrat en su canción, enciendo un cigarrillo y otro más y mientras trato de enfocarme en el asunto, me distrae lo que leí en el portal de BBC Mundo que nos dice que encontraron muerto al que llamaban “el indígena del hoyo”, último sobreviviente de una etnia desconocida que lo más probable es que nunca haya sabido que lo llamaban así. Ni tampoco que su tierra y la de sus ancestros habitaban una frontera que les era ajena, que había perdido a todos los suyos enfrentando y huyendo de la civilizada ganadería o minería que depredaron su hábitat y que, en el último momento, cansado ya, se tendió en su hamaca, se adornó con plumas y esperó la muerte que lo llevaría al encuentro de sus dioses y sus antepasados. Pero a quien le importa, Chile se enfrenta a un plebiscito que marcará su destino por los próximos años.

¿Y que decidirá el pueblo? Pienso, y mientras pienso, pienso y pienso como escribió en roca otro solitario allá en el desierto grande, pero que, a diferencia del indígena del hoyo, había elegido voluntariamente adquirir la condición de eremita quizá por cual misántropa razón.

Y qué pasa si gana el…”si me ves, llora” reza otra frase esculpida en piedra. Son las del hambre que aparecieron en el rio Elba a consecuencia de la sequía que azota Europa y que nos dice que nos preparemos porque se vienen tiempos peores. Se les viene duro a los de Europa, sin gas y con sequía la van a pasar mal en el invierno.

Pero en Chile se viene algo importante, lo más trascendente de los últimos cuarenta años que catorce millones de chilenos estamos llamados a resolver por nosotros y los 4 o 5 millones más que serán afectados por lo que decidamos. Y sigo pensando, cuarenta millones de pakistaníes están bajo el agua junto con un tercio de su territorio, más los miles y miles que arrastrados por ellas, enrumban a su destino final, quizás en el mar de arabia ¿Cambio climático? ¿Ira de Dios, se preguntarán mirando el cielo? Sea uno o lo otro, es el efecto de nuestras propias decisiones, de nuestra inconciencia depredadora, de ser una especie que se mantiene viva a fuerza de destruir el medio que para habitarlo solo se le ocurre depredarlo.

¿Y qué va a pasar el 5 de septiembre? Sigo pensando, el sol volverá a salir, saludaré a mis vecinos y me dirigiré donde siempre, porque la vida sigue y hay que hacerla todos los días, arar con los bueyes que se tiene y que sea los que Dios quiera. Y a propósito, no sería malo que se apareciera, porque si es su voluntad lo que deba pasar, entonces me libro de toda responsabilidad y se la endilgo a Él y a toda su corte de ángeles, que no supieron guardarme a mí y a todos los que cuidan porque hasta donde sé, cada uno tiene el suyo.

Pero qué le voy a hacer. Enciendo otro cigarrillo y maldigo el momento en que descubrí que era ateo y más aquel en me convencí de ello.