El directorio de Codelco aprobó en su última sesión materializar un proyecto de una desalinizadora para sus operaciones de Chuquicamata, Radomiro Tomic y Ministro Hales, ubicadas en Calama, lo que, según la cuprífera estatal, «representa un hito clave en el compromiso de la empresa de avanzar hacia una minería verde y sustentable».
El consorcio, formado por las empresas Marubeni Corporation y Transelec, tendrá a su cargo el desarrollo de las obras de la planta y sus sistemas de impulsión, que entrarán en operaciones en tres años más. El desarrollo y ejecución de la planta – cuya construcción se iniciará este año – es para Codelco un paso necesario hacia un abastecimiento sustentable para el Distrito Norte, que le permitirá enfrentar los desafíos que impone la escasez de agua, maximizar la estabilidad operativa. Su meta es alcanzar uno de los compromisos de desarrollo sustentable de Codelco a 2030, es decir, reducir el consumo unitario de agua continental en 60%, mediante la combinación de una mejora de la eficiencia de los procesos operativos, la reutilización del agua de los depósitos de relaves y la incorporación de la planta desalinizadora para el Distrito Norte.
“Sabemos de la urgencia que tiene para nuestro país que la gran minería del cobre deje de usar agua continental para sus procesos por lo que este paso tan anhelado de construir una desalinizadora en el norte es una contribución fundamental para Chile. En momentos de cambio climático y crisis hídrica, nos sentimos orgullosos de iniciar este proyecto que demuestra nuestro compromiso de avanzar con rapidez para ser reconocida como una empresa sustentable”, aseguró el presidente del directorio, Máximo Pacheco.
Pero…
El proyecto claramente abrirá un nuevo conflicto medioambiental, debido a los efectos negativos de las plantas desalinizadoras que funcionan en todo el mundo. Un artículo publicado este año por el portal Laderasur.com, advierte que en el mundo existen más de 18 mil plantas desalinizadoras, siendo Emiratos Árabes, Arabia Saudita y Qatar los máximos exponentes de esta industria a nivel mundial. Particularmente en Chile, según la Mesa Nacional de Agua, hasta noviembre del 2020, se contaba con un total de 23 plantas desalinizadoras, de las cuales 14 estaban destinadas a las industrias y minería, mientras que 9, al sector sanitario urbano o rural.
La publicación agrega que «en Chile, y a nivel global, el método más utilizado para desalar agua de mar es a la ósmosis inversa, la cual consiste en la aplicación de presión para obligar al agua a pasar a través de una membrana que tiene la finalidad de filtrar las sales y especies marinas, obteniendo como resultado agua dulce. Sin embargo, ni la extracción de agua, la cual puede llegar a los 4 mil litros de agua por segundo, ni la membrana que filtra, son eficaces para proteger la biodiversidad del mar».
Ladera Sur cita a la bióloga Elizabeth Soto, de la Fundación Terram, quien advierte: “Los organismos marinos pueden ser arrastrados, atrapados o incluso morir; pueden lesionarse o debilitarse; dependiendo de la especie, fase de crecimiento y etapa del ciclo de vida, conllevando a efectos potenciales sobre la pérdida de abundancia y diversidad, así como cambios en la distribución relativa de los organismos en el ambiente afectado”.