El texto propuesto como Nueva Constitución llegó advertido de la necesidad de estudiarlo y debatirlo seriamente para votar informado el próximo 4 de septiembre, según señaló el Presidente de la República en su discurso, al momento de recibirlo. La advertencia se quedó corta. Con solo empezar a leer, salta a la vista la complejidad. La profundidad teórica y práctica de los conceptos se advierte desde el primer momento, así como la necesidad de leer, tranquilos y con ayuda de diccionarios y textos de historia constitucional, si es que se puede o es útil.
Ello, que habla tal vez de una pega bien hecha, habla mal del proceso de información que el pueblo votante requiere para entender lo propuesto. Porque es evidente que se requiere de una lectura cruzada – y con peras y manzanas- para ver si lo que se dice aquí también esta allá, y ver si es cierto que las constituciones se leen como integralidad.
Sería un gran ejercicio de pluralidad política y responsabilidad cívica reales, contar con un mapa cognitivo de conceptos constitucionales para poder viajar en el interior del texto constitucional para entenderlo.
Un ejemplo de ello, como abrebocas, está en los Artículos 1 y 2 del Proyecto, y en ambos, solo en las dos primeras líneas de cada uno. Ello por el contenido y sentido del concepto de Soberanía que trae el texto. El Artículo 1, numeral 1 dice que “1. Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”. El Artículo 2 numeral 1 dice que “1. La soberanía reside en el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones. Se ejerce democráticamente, de manera directa y representativa,…”
La soberanía, elemento característico de un Estado desde la edad media, dice Niccola Matteucci, sirve para indicar donde reside el poder de mando en la sociedad política. Hoy se destaca como el momento de la unidad y capacidad del soberano, actuando como uno solo en la forma que determine previamente ajustada a derecho, para decidir el uso de la fuerza legítima. En ambos artículos citados más arriba, y otros posteriores, queda esbozado un pluralismo que inhibe tal acción. No de otra manera puede entenderse la afirmación de que “La soberanía reside en el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones”, y se enfatiza que debe ser ejercida “democráticamente, de manera directa y representativa”. Incluso esto último resulta, además, ambiguo.
El pluralismo, de lo que hay mucho en el texto, inteligentemente insinuado en estos dos artículos, somete el ejercicio del poder soberano a una poliarquía de poder (diversas naciones o regiones), que implícitamente desdeña o inhibe tal capacidad o competencia de un soberano, y la pone en modo de asamblea coyuntural. La esencia del poder político del Estado moderno, en el cual se ha logrado fusionar fuerza y legalidad, fijando los límites de su ejercicio, aquí se diluye.
De lo contrario hubiera bastado señalar que la soberanía reside en el pueblo de Chile. Pero hubo un esfuerzo por consolidar la idea de plurinacionalidad, del Artículo 1, recalcando a hora su relación con la soberanía y su ejercicio práctico. La existencia de diversas naciones, con reconocimiento de preexistencia, autonomía política y autodeterminación se refuerza.
Sería un gran ejercicio de pluralidad política y responsabilidad cívica reales, contar con un mapa cognitivo de conceptos constitucionales para poder viajar en el interior del texto constitucional para entenderlo. Quizás se podría tomarle la palabra al gobierno, quien, con sus recursos y un par de Universidades no partisanas, podría ayudar a la comprensión del texto y el voto informado.