Pensando en el sombrío momento que atraviesa Chile y el contexto global, reflexiono: «Estamos inmersos en el nihilismo, plenos de fatuidad, mediocridad e individualismo ególatra…incluso narcisista». Diversas generaciones buscan ascender social y económicamente, con el menor costo o esfuerzo posible, sin miramientos éticos. La banalidad fluye. Como enseñó Hannah Arendt: el mal triunfa cuando las personas de bien no actúan.
Mientras el Estado debilita su influencia y la institucionalidad exhibe anomia (debilitamiento valórico), la sociedad experimenta una profunda degradación ética. Los valores tradicionales se han desdibujado. Los «extremos», o sectores radicalizados, gestionan el clima psicosocial para manipular a generaciones de «idiotes», personas que no se interesan por la esfera pública ni la política. Los individuos son arrastrados a la polarización, condicionados por la frustración y el miedo.
Más allá de las coyunturas políticas, este es un problema fundamental de país. No podemos permitir que Chile siga polarizándose. Los únicos beneficiados de esta situación son los corruptos, el narcotráfico y el crimen organizado, que se extenden sin contrapeso y su influencia en las instituciones no deja lugar a dudas. El poder del «narco-dinero» carece de contención, comprando influencias en instituciones públicas y privadas y, con ello, la dignidad y ética de muchas personas y autoridades.
La ciudadanía, con sus miedos, espera la llegada de un redentor político. Ya lo hizo con Boric, y el resultado ha sido para olvidar. Luego nos embarcamos en los procesos constitucionales, con salvadores que terminaron en un escándalo de polarización vergonzosa. Ahora, se busca al salvador(a) de la crisis: ética, moral, económica, política, judicial, de la violencia, la corrupción y el narcocrimen organizado.
Es muy evidente que el proceso de polarización agudizará la conflictividad, multiplicando los conflictos en número, complejidad y violencia. Esto ya es una cruda realidad de acción y reacción, causalidad y efecto. Por cierto, solapadamente (mimetizado) el narcocrimen intentará «apagar el fuego con bencina». Mientras la política nos presenta (en los medios y redes) su egocentrismo y banalidad, veremos más violencia, sangre y muertes, en la disputa de los territorios del narcocrimen. El espectro de las derechas, con su exacerbado individualismo, su egocéntrico estilo elitista y un sentido mesiánico, sectario y divisionista, está favoreciendo este proceso de polarización y el consecuente fortalecimiento del narcocrimen.
Chile necesita una opción política moderada, centrada, convocante y con experiencia. Lo que no significa claudicar en la firmeza contra la delincuencia, la violencia y la corrupción. En este contexto, la candidata Matthei se muestra dubitativa y errática. Si ella necesita ayuda, solo debe pedirla; somos muchos los dispuestos a sumar nuestro grano de arena para potenciar esa opción, para apoyarla, especialmente ahora que el panorama se ve más sombrío. Más adelante, cuando remontemos, muchos se sumarán al proceso. Se requiere gente recorriendo el país, construyendo y potenciando la red. Se necesitan «pivotes» que amplifiquen la transversalidad hacia la derecha y el centro. ¡Amiga Evelyn Matthei, rearticula tu equipo, potencia tu liderazgo y asume tu compromiso con Chile! No tenemos más tiempo y hay mucho en juego: la elección presidencial y parlamentaria, la democracia, el desarrollo económico, progreso social y la paz cívica.
Carlos Cantero, ex senador, Geógrafo y Doctor en Sociología