El caso que protagoniza el ex subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, tiene aristas suficientes para haberlo despedido del cargo, como se hizo 36 horas después de notificado el Presidente de la República.
La denuncia por violación, seguida de otra por abuso sexual, la investigación por alterar pruebas (requerir imágenes del hotel donde se hospedaba) y otras administrativas, como utilizar un avión de Carabineros para viajar a la región del Biobío y ordenar a la PDI realizar diligencias, parecen sentenciar -a priori- a la ex autoridad.
De momento, el Ministerio Púbico mantiene una investigación secreta por 40 días y Monsalve está en su departamento en Viña del Mar a la espera que este caso se resuelva. ¿Qué espera el exsubsecretario?
Habría dicho al mismo Presidente Boric que temía que se tratara de una extorsión y que no se acordaba de nada de lo sucedido en el hotel la noche del 22 de septiembre. Lo mismo señaló al fiscal Armendáriz, según relató el persecutor en una audiencia de cautelares solicitada por la defensa del ex encargado político de la inteligencia en el país.
En este punto es donde es necesario detenerse. El ex subsecretario salió de noche a comer sin escolta, llegó a su hotel con una acompañante y al día siguiente (lunes) se declaró enfermo. ¿Cómo fue posible confiar la seguridad de 20 millones de habitantes a una persona que se manejaba con esa laxitud? Este es el juicio político que debe hacerse, el otro es penal.
Este caso, aunque pareciera incomprensible para la «opinión pública», debe tratarse como inocente hasta que, en un eventual juicio, sea condenado. La Defensoría Penal Pública contabiliza más de 39 mil personas que en 23 años han sido privadas de libertad, erronea o injustamente.
El primero de ellos ocurrió en la comuna de Lautaro, cuando un conviviente fue acusado y llevado a prisión por asesinato de su mujer. El hombre se negaba a declarar y ello lo «condenaba», pese al derecho a guardar silencio. Tampoco tenía irreprochable conducta y, sin haber testigos, parecía encaminarse a una sentencia. Sin embargo, la defensora de este hombre, CArmen Gloria Ormeño, consiguió ubicar a un amante de la mujer, quien al no lograr separarlos, la mató.
Este ejercicio es el que debemos hacer todos. Es necesario para una sociedad sana no hacer justicia por propia mano, no realizar antejuicios, actuar con ética.
Sin duda que las víctimas deben estar primero en la cadena de la justicia, para lo cual está el Ministerio Público. Este organismo no solo debe creerle a las personas atacadas, sino que debe reunir las pruebas para imputar delitos a los autores, las que no tuvo con 39 mil hombres y mujeres que privó de libertad en 23 años.
Por ello Monsalve, Valdivia, Hermosilla, los Sauer y Villalobos deben, aun cuando estos últimos estén en prisión, ser tratados como inocentes. La prisión preventiva es una condena a priori, así es nuestra sociedad. Luego, la libertad de los imputados es utilizada por el político como eslogan de la llamada «puerta giratoria», y no son pocos los casos de delitos de connotación y otros de poca monta que, obteniendo la libertad y estando sometidos a otras cautelares, el delincuente reincide.
Perdóneme, como fundador de la Defensoría Penal Pública tengo por norma no asignar culpabilidades a persona alguna.